Redacción
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Con info de Ana Solís
Hoy la Policía de San Miguel de Allende está de luto.
Hoy al C4, el Centro de Inteligencia desde donde observan lo que pasa en el municipio, llegaron los elementos Valentín Vargas y José Reyes Villegas para despedirse del lugar que fue hasta por una década su centro de trabajo, un trabajo en el que todos los días arriesgaban su vida, que ellos sabían que al salir de casa no sabrían si volverían.
Este martes 23 de julio, lo que parecía una petición de auxilio tras ir a atender un reporte, los llevó al lugar donde hombres armados y chalecos antibalas, a bordo de una camioneta color negra, los vieron llegar para entonces bajar, acercarse a ellos y descargar el arma hasta quitarles la vida a los dos.
Ambos quedaron tendidos en la banqueta, respirando por última vez en esa acerca de la calle Independencia frente a una gran puerta de madera con el número 66 marcado en la parte baja.
Era apenas la 1:00 de la tarde cuando el ataque a los elementos terminó arrancándoles la vida, dejando en la orfandad sus familias que hoy descargaron el llanto más doloroso mientras los dos féretros eran flanqueados por sus compañeros de la Corporación.
«¡Ayúdanos, tú siempre nos ayudabas! ¡Nunca nos dejabas solas! ¿Cómo le vamos a hacer para estar sin ti si siempre estábamos contigo?» se escuchaba gritar a una mujer que sostenía al mismo tiempo a una mujer de cabello gris que no podía parar de llorarle a José Reyes Villegas, el joven policía que apenas vivió 28 años porque las balas de «esa gente», se los arrebató.
El llanto contagiaba a todos… pero el coraje era más.
* ¡ADIÓS A VALENTÍN Y JOSÉ REYES!
La tarde del 23 de julio, apenas a la 1:00 de la tarde, sin piedad arrebataron la vida a los elementos de Policía, Valentín Vargas y José Reyes Villegas que se volvieron amigos, buenos compañeros y servidores durante el tiempo que portaron el uniforme.
Ambos eran originarios de una comunidad de San Miguel de Allende, y en sus poblados sabían de su labor
Pero más que una placa y un número de patrulla, era su corazón el que ponían diariamente en su trabajo, porque con su vida defendían la de los demás
Valentín se fue a los 42 años de edad, las balas que le propinaron esos dos hombres que bajaron de la camioneta negra provocaron que hoy sus hijas, su esposa, la maestra de la escuela Heroínas Insurgentes, se quedaron solas.
El elemento Valentín entró a la Corporación en el año 2009, se quedó a 3 meses de cumplir una década de servicio como elemento de Seguridad. Él era de la comunidad de Manantiales.
Fue hija pequeña la que no paraba de llorar en el homenaje y la encargada de recibir la bandera que colocaron sus compañeros sobre el féretro de madera, mientras al lado sus compañeros de la Corporación agachaban la cabeza y unos más lloraban.
José Reyes era el joven, uno de los elementos jóvenes y llenos de vida. Él se integró a las filas de la Academia de Policía nomás cumplió 20 años y alcanzó a convertirse en Policía Tercero. Era soltero y apenas alcanzaba los 28 años. Él era originario de la comunidad de El Salitre.
José no sólo quería ser policía, quería subir de rango y superarse, tanto así que comenzó a estudiar la Licenciatura en Derecho donde había terminado el sexto cuatrimestre. Iba a ser el abogado de El Salitre y las balas de los hombres armados le quitaron ese derecho de luchar por su sueño.
Tras la guardia de honor, la entrega de las banderas, la colocación de decenas de coronas de flores, de velas que hacían guardia al lado de los féretros de color madera que tenía grabada la imagen de la Virgen Guadalupana y el féretro blanco donde deseará para siempre el joven J. Reyes, la música de una banda de guerra los despedía.
A la Corporación que llegaron hace años no volverán, como tampoco lo harán al lado de sus familias porque la violencia y los actos de inseguridad, los llevaron a morir en la raya, siendo víctimas de una tragedia que San Miguel de Allende no olvida… ¡Ni olvidará!