El cementerio de San Juan Dios: el lugar de los muertos que la ciudad envolvió

Redacción

newssanmiguel@gmail.com

Con info de Ana Gaby Hernández

 

Entre las historias de muertos está este pequeño lugar al que la zona urbana y su población lo encerraron: el Panteón de San Juan de Dios.

Fue en el año de 1770 que comenzó su historia de recibir a los fieles que partían a otra vida y del que sólo dejaron una parte para convertirlo en un pequeño museo de tumbas y esculturas que cada vez pierden su forma.

Hace 70 años dejó de funcionar y hoy día resguarda algunos mausoleos y grandes trozos de cantera rosada donde quedaron esculpidos los nombres de aquellos que dejaban esta vida para emprender un nuevo  viaje: al más allá.

Ese pequeño cementerio se quedó en medio de una ciudad que creció y creció hasta rebasarlo, custodiado por unas oficinas de gobierno y una escuela primaria que es de las más representativas de San Miguel.

En medio de la calle de San Antonio Abad está su reja desde donde se pueden apreciar las viejas lápidas que apenas y dejan ver sus epitafios porque también esos se los llevó el tiempo.

En ese lugar ya no hay vivos para llorar… porque tienen siglos de haber partido.  .

dav

Este sitio lo cuidan por ser  un tesoro más de San Miguel de Allende y uno de los encargados de darle mantenimiento es don Sergio Peña, de allá de Los Rodríguez, quien desde hace 17 años ayuda a mantener en buenas condiciones los panteones de la ciudad y a quien ahora le tocó ir al  de Guadalupe.

«En lo que va del año he venido 4 veces a juntar la basura que se acumula, la última vez que vine fue en agosto, la hierba estaba muy grande, me sorprende que ahorita no hay mucha», dice.

«Este lugar es más para la foto porque son tumbas muy antiguas».

Pero aún con lo pequeño del cementerio, entrar al lugar es una fuerte experiencia al imaginar cómo era la vida  en ese lugar que la gente mandaba esculpir grandes trozos de piedra para despedir a las familias que ahí descansan y que muchos ahí quedaron, en PERPETUIDAD.

En este panteón ya nadie llora ni visita a los difuntos porque seguramente los que se quedaron, ya también están con ellos.

Previous Post
Next Post

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *