Juan Manuel, el zapatero remendón de la San Antonio

Redacción

newssanmiguel@gmail.com

Con info de Ana Gaby Hdez.

 

Con él, el trabajo se entrega como si nada se hubiera reparado, todo queda como nuevo. Se trata de Juan Manuel López Hernández, el zapatero remendón de San Miguel de Allende que se dedica a reparar calzado desde hace más de 15 años. Su vocación es un trabajo que ha trascendido por generaciones.

«Cuando se puede y cuando no, pues se trata de hacer lo más discreto», dice.Juan Manuel es reparador de calzado, un oficio que viene desde su bisabuelo quien se dedicaba a hacer huarache, después su abuelo José, que aún vive y también su papá (José Faustino López Ortiz).

«Mi bisabuelo no lo conocí pero fue el que duró más que mi abuelito porque a él le gustaba andar buscando diferentes trabajos y oficios, saber cuál le agradaba más pues».

Del negocio de los zapatos lo sabe todo, viene de familia, y sus antepasados llegaron a hacer eltrabajo que antes nadie hacía en la pequeña ciudad como era la reparación de artículos de calzado y de piel.

«Después otro tío (Juan José Hernández Rangel), que falleció hace como 15 años, decidió abrir un negocio de reparación de calzado con otro tío (Guillermo Hernández Rangel)», ese estaba situado en el Pasaje Allende un lugar que llegó a convertirse en un sitio preferido.

«Se llamaba ‘El NAUJ’, que al revés se escribe JUAN porque así se llamaba mi tío. Siempre tenían trabajo».

En su lugar los trabajos no se quedan sólo el zapato, sino que repara mochilas, bolsas, arregla suelas y hasta muebles que le mandan arreglar.

«El negocio era de mis tíos y después de un tiempo me quedé, fue en cuestiones de rebeldía y me puse a trabajar con ellos y me gustó la reparación, pero me llamó más la atención el cómo hacían los zapatos, cómo se desarmaban y dije: yo puedo hacer un zapato, yo puedo hacer un huarache, puedo hacer unas botas y hasta bolsas».

En el año 2007 decidió poner su propio Taller de reparación de calzado.

«Dejé de ir a Estados Unidos y decidí quedarme en casa porque mi esposa estaba embarazada y aunque pensé que no me va a ir  bien le puse muchas ganas y mucha fe. Pedí un préstamo, mi mamá me apoyó con dinero, teníamos poca herramienta. Se podría decir que mi maestro fue mi propia sabiduría y las enseñanzas de mi tío Juan con quién duré trabajando».

Su negocio estuvo durante 7 años en la Salida Real a Querétaro y hace 4 años se cambió a la calle Stirling Dickinson (Colonia San Antonio), ahí le llegan clientes tanto Mexicanos como extranjeros.

Que le regateen su trabajo nunca le ha gustado, pero cuando le llevan cosas por mayoreo y son clientes frecuentes si les hace un descuento, explica que el regateo sucede con frecuencia en todos los negocios y en el suyo no es la excepción, pero que por su cuenta él trata de mantener el mismo precio, porque tiene muchos años trabajando en ello.

«Algunos mexicanos son quienes siempre intentan regatear y estamos hablando de gente de otra clase, personas que ya tienen dinero, y no por decir pero gente de aquí enfrente, que viene y me dice oye bájale tantito y les digo no puedo hacer eso, yo tengo que pagar renta, pagar a mi empleado, tiene que salir cierta cantidad, si yo empiezo a bajarle ni modo de decirle a mi empleado oye hoy te voy a dar menos porque me regatearon, obvio no, los mexicanos que no me regatean son personas que si saben de mi trabajo, lo aprecian y valoran más«.

Desde que puso su propio taller en el 2007. Los últimos 2 años y medio ha trabajado con él un joven de nombre Joel, de quien dice ver muy interesado en aprender todo lo que él sabe hacer.

«Mi trabajo lo hago a mi gusto, tiene que quedar como a mí me gusta y trato de enseñar bien a Joel».

Los clientes le llevan todo tipo de zapatos, bolsas, chamarras, para que se los repare o cosas que le preguntan si cree poder hacerlas, como puede ser un diseño para fabricar unos zapatos o bolsa desde cero.

«No voy a negar que sí he quedado mal a algunos clientes porque sí, ya sea porque algo hicieron mal los trabajadores, no les puedo decir No a los clientes, a veces me traen un trabajo nuevo que nunca he hecho, me propongo hacerlo, me gusta proponer mis propias ideas al cliente cuando me las pide, y mejorarlas, me adapto a lo que me piden», dice mientras asegura que en un futuro quiene lanzar al mercado una bolsa con su propia marca.

Las herramientas:

Las principales herramientas de un zapatero son el martillo, las pinzas y cepillos.

«Tenemos máquinas pero es para reparar bolsas y cintos e incluso con ésta a veces marco las puntadas de algunas cosas de costura a mano. A veces me traen a reparar un zapato porque le falta algo y yo les sugiero que mejor sean los 2, porque sino no se va a ver bien»,

Reparar zapatos es un oficio que nunca acaba, siempre los zapatos tienen algo para componer.

«No sé si porque la gente me ubica y muchos llegan aquí porque me dicen que me recomendaron y les doy garantía. Cuando les hago un trabajo de reparación les digo honestamente que ya no vale la pena, aunque sea un tema sentimental».

Comparte que hace poco una señora le llevó la caja de cenizas de uno de sus hermanos, para que se la forrara toda de piel, ese es un trabajo con gran  valor sentimental.

¿Cuánto cuesta el trabajo de Manuel y su ayudante Joel?

Un par de tapas de $50 hasta $120 pesos, una costura de $25 a $40 pesos las sencillas.

Hacer unos zapatos de $900 para arriba, de bolsas de mil pesos para arriba. Reparar suelas en $350 a $750, pero ya en reparación de suelas la segunda vez que las lleves te va a costar más barato porque en la primera vez le ponen una suela corrida primero y luego una media suela.

Este zapatero remendón se casó con Ana Laura García Díaz y tiene 3 hijos.

«Ella es estilista, incluso tiene clientes que yo le he mandado y clientes que le han llegado sin saber que son clientes míos. Me dice que ya no le mande muchos norteamericanos porque ella no sabe mucho inglés y se ponen muy exigentes. A mí me ha tocado ver y les he tenido que decir algo o aquí mismo a mis trabajos también se les ponen al brinco», dice.

Su local «Juan’s craft leather shop» está en la calle Stirling Dickinson en la Colonia San Antonio y atiende de Lunes a Viernes de 10 a.m. a 3 p.m.

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