La historia del dolmen de Matarrubilla, ubicado en el yacimiento prehistórico de Valencina de la Concepción, se adentra en un misterio que fascina a arqueólogos y amantes de la cultura antigua. Esta imponente pila de piedra, cuya existencia se remontan a hace 5.000 años, ha suscitando interrogantes sobre su origen y el ingente esfuerzo que requirió su transporte hasta este emblemático lugar. Sin embargo, una reciente investigación ha comenzado a desvelar este enigma milenario, ofreciendo una nueva perspectiva sobre la prehistoria de la Península Ibérica.
La colosal pila de piedra del dolmen de Matarrubilla
El dolmen de Matarrubilla se erige como una de las estructuras megalíticas más singulares de Europa, destacando por su colosal losa única, que presenta dimensiones notables: 1,7 metros de largo, 1,2 de ancho y cerca de 0,5 metros de alto, con un peso que supera las dos toneladas. Este extraordinario bloque de cataclasita yesífera, una roca poco común en la región, fue descubierto en 1917, convirtiéndose desde entonces en un objeto de estudio intrigante para la comunidad científica.
El transporte hace 5.000 años: un desafío logístico
Un equipo de investigadores ha revelado que la pila de piedra fue tallada y transportada desde la otra orilla del antiguo golfo del Guadalquivir. Utilizando la técnica de luminiscencia ópticamente estimulada (OSL), se ha podido establecer que esta monumental losa llegó al dolmen entre 4544 y 3227 a.C., mucho antes de la construcción del propio dolmen, que se erigió alrededor de 2700-2400 a.C. Este descubrimiento sugiere la existencia de un sistema de transporte fluvial o marítimo que transportaba piedras mediante balsas y posteriormente a lo largo de tres kilómetros por tierra, posiblemente a través de trineos tirados por personas o animales.
Significado cultural y patrimonial
La elección de esta pila de piedra específica no fue al azar; su atractivo visual y su singularidad han llevado a los arqueólogos a especular sobre su importancia en la cultura de la época. La comunidad local podría haber considerado este bloque como un símbolo de poder y conexión con sus tradiciones. De hecho, su transporte demuestra que las sociedades prehistóricas del sur de la Península Ibérica contaban con la tecnología necesaria para llevar a cabo una empresa tan compleja, lo que reafirma la relevancia de Valencina durante la Edad del Cobre como un centro de comercio y reunión comunitaria.
Un legado que perdura
La arqueología moderna continúa indagando en la historia de la pila de piedra del dolmen de Matarrubilla, profundizando en las técnicas que se utilizaron para su tallado, inicialmente atribuido a herramientas de cobre, que tras análisis más meticulosos se revelan como hachas y azuelas de piedra pulida. Este hallazgo no solo es significativo para entender la actividad laboral de los pueblos prehistóricos, sino que también resalta el potencial de la arqueología para revelar cómo se entrelazan la historia y la cultura a través de estructuras monumentales que quedan como legado de antiguas tradiciones.
