Redacción
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Elda y Pablo se conocieron en el trabajo. Su destino estaba unido a los números y la Contabilidad de la empresa que los contrató.
La convivencia constante los llevó un día a encontrar su mirada y verse diferente, ya no como compañeros, sino como un chico y una chica que podrían ser algo más.
Con el paso del tiempo llegó el amor, el deseo de no separarse, de caminar, convivir, platicar, gozar juntos de cada lugar que visitaban. Estaban enamorados.
Pasaron más de dos años de relación y el amor que creció. Era hora de pedirle a Elda que fuera su esposa.
Sabía bien que ese momento era el más importante para ambos, que debía ser inolvidable y comenzó a planearlo todo.
Primero, la fecha, y si estaba cerca el 14 de Febrero ¿por qué no aprovechar el día más romántico?.
Pablo apuró sus sentidos en el Internet, buscó los sitios para el amor y encontró uno ideal: San Miguel de Allende, uno de los destinos de bodas favoritos en el país.
Encontró ayuda para planearlo todo y una vez listo, fue por ese anillo de compromiso ideal que al brillar parecía que estaba viendo sus ojos. Elda lo llevaría en su mano y sería como si él la acompañara siempre.
Una vez todo listo, la trajo a la ciudad que resguarda el Corazón de México y donde un grupo de expertos preparó la gran velada en una de las terrazas más bonitas. A la luz de las velas y viendo las cúpulas de las iglesias, la invitó a cenar.
Llegó un mariachi que interpretó las canciones que más les gustaban y ambos cantaban contentos.
Así fue como llegó el postre y encima de él, una cajita decorada con un moño blanco: era el anillo que Pablo había elegido para Elda, el más hermoso y el que más se parecía a lo que él sentía por ella.
Hincado, con una rosa en la mano, el mariachi se arrancó:
“¿Sabes una cosa? tengo algo que decirte y no se cómo explicar, lo que te quiero cantar. ¿Sabes una cosa? No encuentro las palabras, ni verso, rima o prosa, quizá con una rosa te lo pueda decir… ¡Doy gracias al cielo, por haberte conocido, por haberte conocido, doy gracias al cielo y le cuento a las estrellas lo bonito que sentí, lo bonito que sentí cuando te conociiii!”.
Elda no sabía qué hacer, lloró de alegría, de emoción y tras la pregunta de: ¿Te quieres casar conmigo? El SÍ se pudo escuchar en toda la terraza.
Desde entonces en su mano lleva ese anillo que él escogió especialmente para ella y juntos esperan el momento de su boda que también realizarán en San Miguel de Allende, la ciudad que fue testigo de su compromiso y promesa de amarse para siempre. En ella quieren cerrar su compromiso de ser felices y claro, tomarse una foto vestidos de novios en las calles de la Ciudad Más Bonita.
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San Miguel Allende
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