Un nuevo escándalo ha surgido en torno al Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), una iniciativa promovida por Elon Musk, que ha puesto en jaque la seguridad nacional de los Estados Unidos. La inclusión de dos jóvenes en redes clasificadas, que albergan información crítica del arsenal nuclear, ha generado una gran preocupación en organismos de seguridad y en la opinión pública.
Acceso no autorizado a información nuclear sensible
Recientemente, se reveló que Luke Farritor, un exbecario de SpaceX de solo 23 años, y Adam Ramada, un inversor sin experiencia en defensa, se encuentran en las listas de acceso a redes utilizadas por la Administración Nacional de Seguridad Nuclear (NNSA) y el Departamento de Defensa. Según informes de NPR, estos dos empleados de DOGE han tenido acceso a redes que transmiten datos estrictamente confidenciales sobre armas nucleares, como el NNSA Enterprise Secure Network y el SIPRNet.
Repercusiones del acceso a redes clasificadas
La controversia surge tras la confirmación de que, aunque las credenciales de estos individuos no poseen la acreditación “Q”, el nivel más alto de seguridad del Departamento de Energía, su inclusión en registros sensibles plantea interrogantes sobre los procedimientos de seguridad en agencias gubernamentales. Los especialistas advierten que este acceso inicial podría facilitar futuros intentos de obtención de autorizaciones más elevadas.
Un exresponsable del Departamento de Defensa indicó que el simple hecho de estar en estos registros permite a los individuos iniciar solicitudes para permisos más amplios, aumentando el riesgo potencial de que información crítica caiga en manos equivocadas.
La falta de transparencia en la gestión de DOGE
Este escándalo no es un incidente aislado. En febrero, DOGE intentó despedir a 350 técnicos de la NNSA vinculados al ensamblaje de armamento nuclear, decisión que fue revertida bajo presión política. Además, emergieron acusaciones sobre accesos ilegales a datos del sistema interno de la Junta Nacional de Relaciones Laborales, donde se alegó que miembros de DOGE trataron de ocultar sus actividades.
Una de las acciones más alarmantes fue la detección de intentos de conexión desde una dirección IP en Rusia usando credenciales de DOGE. Este hecho ha levantado alertas dentro de múltiples departamentos gubernamentales, cuestionando la legitimidad y eficacia de DOGE como órgano regulador, dado que carece de mecanismos claros de supervisión democrática.
Reflexiones sobre la seguridad nacional
Hans Kristensen, director del Nuclear Information Project, ha señalado que incluso los documentos no clasificados pueden contener referencias técnicas sensibles que no deberían estar disponibles para individuos no cualificados. La posibilidad de que tales datos hayan sido expuestos genera una inquietud que trasciende el acceso inmediato: crea un peligroso precedente.
La incapacidad de DOGE para garantizar la seguridad de datos estratégicos pone en tela de juicio la confianza depositada en iniciativas impulsadas por figuras como Elon Musk, conocido por sus apuestas audaces en empresas como Neuralink, Twitter, y PayPal. ¿Cuáles serán las consecuencias de este fallido manejo de la seguridad?
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Conclusión sin final
Mientras el escándalo se desarrolla, queda por ver cómo reaccionarán las autoridades competentes ante esta situación alarmante. La seguridad nacional no es un tema que pueda ser tratado a la ligera, y la comunidad internacional observa con atención el desenlace de un caso que afecta no solo a la política interna, sino también a la percepción global de la capacidad de los Estados Unidos para proteger su información más delicada.