ADIÓS José ‘El Negro’ Moya, el testigo silencioso que inmortalizó en fotos 40 años de la historia de San Miguel de Allende

Redacción

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SAN MIGUEL DE ALLENDE.- San Miguel de Allende ha perdido a uno de sus ojos más fieles, a un hombre que durante más de 40 años estuvo detrás de la lente, inmortalizando los momentos que marcaron la vida de esta ciudad.

José Moya Ortiz, mejor conocido como «El Negro Moya» o «El Negrito», nos ha dejado, pero su legado sigue vivo en las imágenes que tomó y en los recuerdos de quienes lo conocieron.

José Moya, el hombre siempre con una cámara colgada al cuello, era una figura constante en las calles de San Miguel.

No había rincón del municipio o evento social, deportivo, o incluso los momentos más trágicos y oscuros, que él no cubriera. Con su característico estilo sencillo, corría con su equipo para capturar el instante exacto: la riña, el accidente, la fiesta o los rostros que hacían historia en la ciudad Patrimonio.

No buscaba la perfección técnica, no presumía ser un fotógrafo académico; para él, su misión era captar la vida como sucedía, ser testigo del presente y entregárselo al futuro.

«Me preparé con la vida», decía con humildad.

A través de su lente, documentó la inundación de 1998, una herida que aún duele en el corazón de los sanmiguelenses, pero que permanece grabada en la memoria colectiva gracias a las imágenes que él tomó con orgullo. Aquel desastre, como tantos otros sucesos, fue capturado por su cámara, dejando testimonio de la resiliencia de un pueblo que él amaba profundamente.

«El Negrito» trabajó para diferentes periódicos de la región durante casi cuatro décadas, cubriendo la vida cotidiana de San Miguel y sus alrededores.

No había político, poblador o miembro de la comunidad extranjera que no lo conociera. Estaba en todos lados, a todas horas, haciendo lo que mejor sabía hacer: contar historias a través de su cámara.

Su trabajo no solo era captar imágenes; su verdadera satisfacción era ser parte de la historia de su pueblo, emocionando a las personas con su testimonio gráfico. Lo que capturaba no era solo para los periódicos o las noticias; era para la gente, para quienes luego buscaba y les entregaba una imagen de sí mismos, del momento en que fueron protagonistas de una pequeña parte de la historia.

El cuerpo de José Moya se cansó después de años de lucha contra las enfermedades que lo fueron debilitando. Las operaciones, hospitalizaciones y su búsqueda por recuperar la salud no lograron salvarlo. Ayer, finalmente fue traído de regreso a San Miguel desde Dolores Hidalgo, donde solo pidieron que regresara a su casa para descansar en paz, tal como él deseaba.

José Moya Ortiz ya descansa en el lugar que siempre quiso: su hogar, su San Miguel de Allende, el mismo lugar que vio a través de su lente, que amó y documentó por más de cuatro décadas. Hoy, mientras la ciudad despide al hombre que fue testigo de su historia, queda su legado, sus imágenes, su presencia en cada rincón capturado por su cámara.

Porque él sabía mejor que nadie que una imagen dice más que mil palabras, y él nos dejó montones de imágenes, pedacitos de la vida de San Miguel de Allende, para que nunca las olvidemos.

Descansa en paz, «Negro Moya». Tu historia sigue viva en cada fotografía que tomaste.

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