Por MIGUEL ARCÁNGEL
COLUMNA: Tenemos Que Hablar
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¡Buenos días mis queridos y amados lectores! ¿cómo están todos del otro lado de esta pantalla? ¿listos para hacer altares y recordar a los que se nos adelantaron en el camino?.
En casa de mamá Conchita, es de mi abue, este año nos toca llevar los tamales para la velación del altar en el que hacen 7 pisos y colocan toda clase de veladoras, comidas y flores. Esos días me encantan porque hacen tanta comida que es un placer llegar a la casa de la abuela sólo para revivir recuerdos y ver cómo cada año aumenta el número de fotografías en ese altar gigante.
Este año se nos fue mi tío abuelo Nacho... ya estaba muy viejito y la verdad que fue de esos hombres revolucionarios que aguantó por años el paso del tiempo y la modernidad. Escucharlo hablar de don Pancho Villa y cómo admiró tanto a ese personaje, nos hacía viajar en el tiempo y a todos dejarnos una gran lección: hay que llenar de buenos recuerdos la mente, porque es lo único que pelearás cuando seas viejecito, para luego a la tumba no llevarte nada, ni siquiera sentirás los calzones que traes puestos.
Lo que es cierto es que mi abuelo tuvo una buena vida. Siempre trató a mi tía Pilar con respeto, a sus hijos los crió para ser independientes y aunque decía que no le dolía nada, excepto la edad, un día sólo durmió y no volvió a despertar. Todos en casa decimos que era la muerte que merecía porque siempre fue una gran persona.
Y ya que hablamos de quienes se fueron volvamos a la realidad, a este mundo de mortales y personajes que nos hacen el día con su sola presencia, así que de los muertos, los recuerdos y los que se pasan de vivos, es justamente de lo que hoy, #TenemosQuehablar:
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