#Historia Una sanmiguelense decidió gritar y denunciar a su marido ‘encantador’ y golpeador

Redacción

newssanmiguel@gmail.com

 

Apenas iniciaba la mañana cuando una chica a la que llamaremos Gab se presentó a una Audiencia de Formulación de Imputación para hablar frente a un Juez sobre la violencia que ese hombre, que fue su marido por 5 años, ejerció sobre ella.

Violencia física, violencia familiar, violencia sicológica y violencia económica son las acusaciones que Gab levantó ante el Ministerio Público en contra de un hombre de origen estadounidense que la cautivó, la enamoró, la llenó de detalles y le dijo que había cambiado luego de «conocer a Dios» cuando estuvo en una cárcel de Estados Unidos.

A Gab, ese hombre que primero la llenó de amor, después la llenó de gritos y agresiones y que perdonó una y otra vez por «amor».

Pero el amor por ese hombre extranjero de arete brillante y encantador llegó a su límite cuando no estuvo dispuesta a permitir que una vez más que él pusiera las manos en su cuello para «intentar ahorcarla», no quería que la volviera a tomar de su pelo para estrellar su cabeza contra el tablero de una camioneta o le presumía las navajas que llevaba siempre con él. No quiso escuchar más gritos de: «¡no sirves para nada!» y  terminar llorando cuando la tomaba a la fuerza.

Esta es la historia de una mujer que denunció la violencia que sufrió en su hogar y que decidió poner un alto al denuncia las agresiones de quien fue su marido:

La historia de Gab y el hombre de origen estadounidense comenzó en el 2012 y ese mismo año se casó. Ella se cautivó con su personalidad al ver que era un hombre que cuidaba de su figura, vestía bien y había logrado superar una triste historia de su vida al superar las drogas cuando dijo, «conoció a Dios» cuando estuvo detenido en una cárcel de Estados Unidos.

Los primeros años de matrimonio fueron «normales» y ella, como lo prometió el día de su boda, decidió apoyarlo para juntos luchar por una vida mejor. Pero las depresiones de quien era su pareja comenzaron a marcar un camino no muy favorable y mientras él dormía por largas horas, ella salía a trabajar y dar clases de canto, porque ella canta muy bien.

El tiempo avanzó y juntos decidieron abrir un negocio que lograron sacar adelante con mucho esfuerzo, lo que ayudó a que su vida económica fuera mejor. Eso generó el principio del fin porque según Gab, el dinero se quedaba en la cuenta personal del estadounidense y poco llegaba a ella que se convirtió de alguna manera en su secretaria. Seguía pensando que todo estaba bien, «que así era el amor».

El dinero trajo entonces más problemas y conforme avanzaba el tiempo ella se convirtió, dijo, en el blanco de agresiones sicológicas con frases de «no sirves para nada», «eres una María», «no sirves ni para sirvienta».

De las frases comenzaron las agresiones físicas y las manos de ese hombre que admiró y quiso tanto, decenas de veces las puso en su cuello no para acariciarla, sino para intentar ahorcarla y  luego pedir perdón y arrepentirse de lo que había hecho… como lo hizo cientos de veces.

Pero los perdones no cambiaban y ahora siempre andaba en casa con una navaja en la mano, la misma que ponía frente a ella para «asustarla».

Fue hasta enero de este año cuando las agresiones sicológicas y físicas aumentaron, y de sólo poner sus manos en el cuello, esta vez su cabeza era estrellada contra el tablero de una camioneta, recibía golpes en la cara, en las manos, en las piernas… y todo empeoró.

«Llegó un momento en que ya no me dirigía la palabra, que no me escuchaba, que me prohibía tararear canciones, que viera a mi familia y amigos...me aisló de todo y hasta de mí», dijo.

En la audiencia pública, la defensa de quien fue su esposo leyó cartas de felicitación y amor que Gab le mandó al hombre,  demostrando ambos se llevaban bien. Pero la prueba no fue suficiente para decir que ellos «se llevaban bien» y no pudo demostrar que entre ellos todo era «normal».

También dijo que en las instituciones que cuidan a las mujeres en Guanajuato, ninguna tenía una queja de su cliente, que nunca antes había sido reportado como una persona agresiva o que violentara a su mujer.

«NO había denuncias porque mi gente sabe que yo evité a toda costa llegar a un juzgado para denunciar las agresiones. NO quería ser una mujer divorciada más, quería salvar mi matrimonio porque yo lo amaba, pero ya no pude. Estoy aquí (en la sala de audiencias) por culpa de ese hombre», dijo Gab.

Pero en agosto volvió recibir otra paliza y decidió parar su suplicio y denunciar. Los legistas la examinaron, revisaron sus heridas y aunque resultaron NO graves sí fueron de consideración y suficientes para determinar que hubo agresiones físicas en su contra. El abuso y el dolor de saber que era una esclava dentro de su propia casa la levantó y llevó su caso a tribunales donde el juez, después escuchar a Gab y a quien fue su marido dictaminó las siguientes medidas cautelares contra el hombre:

  1. Presentarse cada mes en Seguridad Pública para firmar  y controlar su presencia en la ciudad. Tiene los primero 5 días de mes para hacerlo.
  2. Restricción de acercamiento a 50 metros de la ofendida.
  3. NO tiene autorización para salir del país a menos que sea causa de fuerza mayor y sea notificado previamente a un juez.

En la misma sala se determinó que se interpondrá otra denuncia más por el delito de despojo, luego de que quien fue marido, al parecer vendió (en complicidad con amigos) la casa que era de ella y supuestamente se quedó con el dinero de la venta.

Gab dijo ante el juez que quiere «advertir» a las mujeres sanmiguelenses que no se dejen engañar por  hombres como éste que las seduce con sus encantos para luego dañarlas: «así va por la vida y por otros países. Dañando mujeres y dejando hijos».

Ella seguirá desde su trinchera luchando para evitar que los hombres abusen y ofendan a las mujeres: «conmigo ya acabó, yo llegué hasta a esta silla (del juzgado) por culpa de ese señor que está a mi lado. Yo lo quise evitar a toda costa, pero no pude más, no pude aguantarlo más».

 

 

 

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