La fiesta patronal en San Miguel de Allende se transformó en un escenario de horror el domingo 17 de agosto, cuando un ataque armado irrumpió en el atrio de la iglesia en la colonia Infonavit Malanquin. Esta tragedia dejó dos vidas perdidas y 17 heridos, entre ellos, se reporta la presencia de menores, lo que intensifica aún más la conmoción en la comunidad.
Momentos de pánico en la celebración religiosa
La festividad, que debería haber sido un momento de unión y alegría, se convirtió en un caos absoluto. Testigos relatan que al menos dos hombres con vestimenta militar llegaron al lugar preguntando por alguien específico. Sin previo aviso, comenzaron a disparar, provocando que los asistentes se dispersaran en todas direcciones en busca de refugio.
El caos posterior al ataque
Las imágenes del pánico se multiplicaron en las redes sociales, donde se escuchan gritos desgarradores como el de una mujer buscando a su tía, creando un panorama de desesperación. Las ambulancias tardaron en llegar, y muchos heridos fueron trasladados en vehículos particulares por familiares, debido a la rápida saturación del sistema de emergencias. La situación en el lugar era crítica, con personas clamando por ayuda y el eco de los disparos aún resonando en el aire.
Reacciones de las autoridades y la comunidad
El alcalde de San Miguel de Allende, Mauricio Trejo Pureco, condenó con firmeza el ataque a través de un comunicado en sus redes sociales, expresando sus condolencias a las víctimas y sus familias. En sus palabras, se refería a la falta de seguridad pública que enfrenta la región, enfatizando la urgencia de dar un paso hacia una solución efectiva para la violencia que azota a México.
Reiteración de la violencia en celebraciones
Este ataque en la fiesta patronal se suma a una serie de incidentes similares que han plagado las celebraciones en Guanajuato. En 2025, ya se han reportado al menos otros tres eventos de violencia durante festividades religiosas, que han resultado en un total de 29 muertes. Estos episodios han llevado la incertidumbre y el miedo a las comunidades, que deberían disfrutar de celebraciones tradicionales en paz.
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Un llamado a la acción
La violencia no solo afecta a las víctimas y sus familias, sino que resuena en cada rincón de la comunidad, provocando inquietud y desconfianza. Es crucial que las autoridades tomen las medidas necesarias para proteger a los ciudadanos y restaurar la seguridad en eventos públicos, convirtiendo lo que debe ser un motivo de celebración en una experiencia de tranquilidad y respeto. La comunidad afectada de San Miguel de Allende merece recuperar su derecho a celebrar sin miedo.