Miedo en urbanos de San Miguel de Allende; la pesadilla de un viernes por la mañana

Redacción

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SAN MIGUEL DE ALLENDE.- Era temprano, apenas 7:30 de la mañana de este viernes 16 de agosto del 2024, cuando Evelyn, como muchos otros habitantes de la colonia San Luis Rey, abordaron el urbano que los llevaría al centro.

El día apenas comenzaba, pero para ella y los demás pasajeros, el viaje que parecía rutinario se convirtió en una pesadilla que nadie olvidará fácilmente.

Evelyn se sentó en un asiento a la mitad del autobús, rodeada de personas que, como ella, iniciaban su jornada laboral. El sol todavía despuntaba en el horizonte, y el urbano avanzaba por su ruta, zigzagueando por las calles, en ese vaivén cotidiano que es tan familiar para todos.

Pero al llegar a la esquina del Portón, la tranquilidad fue brutalmente interrumpida.

Un grupo de jóvenes subió al camión, dos mujeres entre ellos, cargando machetes y otros objetos que parecían salir de una escena de pesadilla. Sin más, se dirigieron hacia otro muchacho que iba sentado dos asientos adelante de Evelyn. La calma se quebró en un segundo. Los machetes brillaron, los golpes comenzaron, y el pánico se apoderó del ambiente.

Los gritos de los pasajeros no se hicieron esperar.

“¡Chofer, llama a la policía!”, pedían desesperados. Pero el conductor, con una indiferencia inquietante, no hizo nada.

La unidad se detuvo, pero no fue para pedir ayuda o detener el ataque; simplemente, el conductor se quedó inmóvil, permitiendo que la violencia continuara.

La situación se prolongó hasta que los agresores decidieron bajar del vehículo, arrastrando al joven al exterior, donde lo siguieron golpeando sin piedad.

El miedo y la incredulidad paralizaron a los testigos. Para Evelyn y los demás, las escenas de violencia parecían no tener fin.

Otros pasajeros, después de lo ocurrido, conversaron con NEWS y reconocieron a los atacantes: vecinos de la misma colonia San Luis Rey, jóvenes que, sin importar la hora ni los testigos, eligieron la violencia como su único lenguaje. “Nunca es tarde, y sí temprano, para ejercer violencia”, murmuró uno de los pasajeros, reflejando el sentimiento general de impotencia y desasosiego.

Lo más alarmante, sin embargo, no fue solo la brutalidad de los agresores, sino la inacción del chofer, cuya falta de reacción dejó a todos expuestos al peligro. No hubo llamada a las autoridades, ni intento de intervenir. Su desinterés transformó lo que pudo haber sido una intervención oportuna en una situación que casi cuesta una vida.

Ese urbano que salió de la San Luis Rey cerca de las 7:30 de la mañana del viernes no solo llevó a sus pasajeros al centro; también los condujo a un escenario de miedo, donde la violencia se paseó libremente entre ellos, bajo la mirada pasiva de quienes deberían haber actuado.

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