Redacción/Opinión
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DEL AUTORITARISMO AL TOTALITARISMO
La izquierda derechista del México Contemporáneo
Francisco Roberto Ramírez-Ramírez
Las vicisitudes de la política contemporánea han dado a muchos intelectuales, activistas y ciudadanos comprometidos, la posibilidad de hablar, criticar y discernir intelectivamente entre los vericuetos del quehacer político de la cuarta transformación; si acaso así le podemos llamar, porque de quehacer político, al menos enmarcado en los linderos del Estado Constitucional de Derecho, mucho le falta.
Así es, una principal idea –lo más reservada para las elites académicas– es la conciencia de lo que ESTADO significa, pues hoy día, entre la polarización y el populismo de la labor presidencial diaria se ha desdibujado totalmente el deber ser de este concepto. No, no nos olvidemos que en el año de 2011 los mexicanos logramos la conquista del Estado Constitucional de Derecho, y ya no por sola nomenclatura, sino por verdadero reconocimiento en el ámbito constitucional con efectos certeros frente a la comunidad internacional, pero… ¿qué significa ello? En términos sencillos, accesibles; implica la certeza de consolidación de un Estado bajo los estándares de la democracia moderna, el constitucionalismo que implica el reconocimiento y vigencia de una constitución, el reconocimiento de derechos (fundamentales, sobre todo) y la división efectiva de los poderes del Estado, en una suerte de pesos y contrapesos que garantizan con su burocratización la imposibilidad de ejercicio arbitrario y desmedido del poder público de las mayorías.
Así es, lo que debe tratarse de un límite al poder público, una suerte de vínculos y refrenos a la esfera del poder, y que es el máximo logro de las democracias modernas, en México, al menos por cuánto hace a nuestras recientes actividades políticas, pareciera desdibujarse; pues bajo el espeso discurso de la benevolencia del estado se enmascara el autoritarismo cínico que hubo comenzado como esbozo de autoritarismo. En efecto, la llamada cuarta transformación, bajo la indudable batuta de AMLO propone hoy día la desaparición de poderes de, al menos, tres entidades federativas de nuestra federación, dos, por cierto, de extracto PANista… y no nos dejemos engañar, esta iniciativa, aunque formalmente parlamentaria tendrá seguramente su génesis en las entrañas partidarias de MORENA, y cuando MORENA digo, AMLO digo; pues allá no hay más voz que la del presidente, a quién frente a la pregunta de ¿qué horas son? No hay respuesta diversa a “…las que Usted diga, Señor presidente”.
Harto complejo resulta el pedimento de disolución de poderes, que, aunque previsto constitucionalmente como reconocimiento de ausencia de poderes, el fraude de etiquetas que el legislador morenista pretende hacer pasar por verosímil, impacta directamente en dos rubros cotidianos, uno, el de la simpatía de las mayorías que se debe al hastío de lo más repugnante de los otrora gobernantes, y dos, la ignorancia mayoritaria de (valga decir) las mayorías que soportan pseudo-democráticamente estas decisiones. Sinceramente me duele, México, me duele cuando en la polarización de nomenclaturas se ha dejado dividir entre “fifis” y “chairos”, cuando entre la espesura de la demagogia se ha dejado vender el más anhelado afán de una democracia fallida y el populismo que la mediatización televisiva (las mañaneras) ha vendido –como auténtico–; el concepto de la posverdad, que todo lo es, menos verdad…
Finalmente, amable lector, usted que tuvo a bien dedicar unos pocos minutos a la lectura de mis pensamientos, cobre razón, infórmese, sea sencillo y humilde para reconocer que la verdad no la tiene Usted, y que ocupa de la opinión y análisis de verdaderos expertos que construyan el discurso analítico de lo que hoy día sucede, porque de lo contrario la barata empatía de lo necesario lo hará sucumbir en detrimento mismo de Usted, sin que lo note, aunque luego lo demandará.
