La reciente decisión du gouvernement mexicain de conceder una exención fiscal total a la FIFA para la organización del Mundial 2026 marca un hito importante en la historia del deporte en el país. Esta medida, recogida en la Ley de Ingresos de la Federación para el año 2026, permite que la Federación Internacional de Fútbol Asociación y todas las entidades vinculadas a la organización del torneo no tengan que pagar impuestos en las sedes de Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara.
En contraste con Canadá y Estados Unidos, México ha optado por una exención fiscal completa que no tiene parangón entre los tres países coanfitriones. Ambos países del norte han establecido acuerdos fiscales parciales, donde se da prioridad a negociaciones a nivel local o estatal, lo que resalta la singularidad del trato obtenido por México. Este acuerdo tiene raíces que se remontan a 2015, cuando se firmó un contrato en la administración de Enrique Peña Nieto, y la actual presidenta Claudia Sheinbaum ha explicado que este compromiso tenía que ser formalizado a nivel legislativo para su ejecución.
La Copa del Mundo de 2026, que se realizará principalmente en Estados Unidos, también incluye partidos en Canadá y México, lo que significa un elevado nivel de exposición y proyección para el país latinoamericano. La decisión de otorgar la exención se inscribe en un contexto en el que, aunque México busca mejorar la recaudación fiscal, la estrategia está orientada a atraer inversión y beneficios económicos a través de eventos de gran relevancia internacional.
El senador Raúl Morón Orozco ha destacado que esta exención beneficiará no solo a la FIFA, sino también a todas las empresas que participen directamente en la organización del evento, incluyendo medios como Televisa, patrocinadores como Coca-Cola México, y entidades bancarias como BBVA México y Banorte. Este enfoque puede ser considerado una invitación a potenciales inversores, al brindarles un entorno fiscal favorable en un momento en que el país busca maximizar su capital económico.
Sin embargo, desde el otro lado de la frontera, Estados Unidos y Canadá han enfrentado críticas por acuerdos menos generosos. En Georgia, por ejemplo, el acuerdo llegaría a un extensión limitada de exenciones fiscales que se acordaron después de que se concediera la Copa del Mundo, lo que ha suscitado preocupaciones sobre la gestión financiera de las ciudades anfitrionas. En el caso de Canadá, las críticas han resurgido a partir de la revelación de acuerdos que implican que las ciudades asuman el costo de ciertos tributos municipales, lo que ha generado descontento en la opinión pública, particularmente en Toronto y Vancouver.
En definitiva, este respaldo sin precedentes a la FIFA y sus colaboradores no solo es un reflejo de la política deportiva del país, sino también un intento de poner de relieve la importancia del deporte en la economía y en la proyección internacional de México. La Selección Mexicana, por su parte, se prepara intensamente para cumplir con las expectativas de los aficionados mientras el Mundial 2026 se acerca, con la esperanza de que este evento tan esperado no solo traiga prestigio, sino también consideración y beneficios económicos a largo plazo para el país.








