Decidir finalizar la relación con tu psicólogo puede ser un proceso tan complejo como difícil. A veces, una sensación de estancamiento en la terapia se hace evidente, llevando al paciente a cuestionar si el enfoque que están tomando realmente beneficia su bienestar emocional. Es importante reconocer que despedirse no siempre es una señal de fracaso, sino una etapa necesaria para el crecimiento personal.
Señales de que la terapia ha llegado a su fin
El término therapy rut se refiere al estancamiento en el proceso terapéutico, donde las sesiones se convierten en meras rutinas sin avances significativos. Rafael San Román Rodríguez, en su obra ¡Qué le cuento a mi psicólogo?, aborda este tema e indica que uno de los principales signos para considerar el cierre de la relación con el terapista es la consecución de los objetivos planteados inicialmente. Si te das cuenta de que has alcanzado tus metas o sientes que la terapia se desvía del propósito original, es posible que ambos estén en una fase de estancamiento.
El malestar en la relación terapéutica
Además, tanto el paciente como el psicólogo pueden notar que no hay temas relevantes de los que hablar durante las sesiones. A veces, aparecerán cuestiones de menor importancia que pueden señalar un intento de mantener viva la dinámica. Aunque es raro, la relación puede deteriorarse si surgen conflictos que amenazan el vínculo. Además, la incapacidad de ambos para abordar nuevos desafíos puede ser indicativa de que es hora de buscar alternativas.
Comunicación asertiva: evitar el ‘ghosting’
Es habitual que algunos pacientes decidan dejar la terapia sin comunicar sus intenciones. Esta falta de comunicación, a menudo llamada ghosting, puede reflejar un patrón en otras áreas de sus vidas. Según el informe «La situación de la salud mental en España», un 26,2% de la población se encuentra actualmente en tratamiento psicológico, lo que hace que la necesidad de terminar relaciones terapéuticas de manera honesta y clara sea aún más relevante. La sinceridad en estos momentos es fundamental, y se debe abordar la decisión con calma y seguridad, reconociendo el trabajo y la implicación del profesional.
La experiencia emocional del cierre
Cuando se plantea finalizar la terapia, es esencial evaluar cómo te sientes respecto al terapeuta y al proceso. Si notas una desconexión emocional, falta de confianza en el tratamiento o irritabilidad durante las sesiones, comunicar tus inquietudes puede ser un paso crucial para determinar si la relación se debe concluir. A menudo, este autoanálisis puede ayudar a reafirmar la decisión de cerrarla de manera saludable.
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Encontrando el camino hacia una nueva ayuda
Buscar al terapeuta adecuado puede ser complicado, pero después de una experiencia que no cumpla con nuestras expectativas, es fundamental abrirse a nuevas posibilidades en el desarrollo personal. Terminar una relación terapéutica de manera honesta no solo permite un cierre, sino que también empodera al paciente para seguir avanzando en su camino hacia el bienestar. En un entorno donde la salud mental es cada vez más prioritaria, dar un cambio puede ser lo más positivo a largo plazo.
Reflexionando sobre la experiencia terapéutica
Antes de cerrar este capítulo, es importante reflexionar sobre el aprendizaje obtenido durante las sesiones. Considerar lo que realmente has ganado del proceso terapéutico ayudará a transitar hacia la próxima etapa con claridad. La salud mental es un viaje continuo, lleno de autoconocimiento y descubrimiento, y cada paso dado es parte de un crecimiento más amplio.