La tasa de natalidad en Colombia se significa como un fenómeno estructural que está cambiando el panorama demográfico y económico del país. Con cifras que muestran que la tasa global de fecundidad ha caído a 2,2 hijos por mujer en 2024, acerca de alcanzar el nivel de reemplazo poblacional hacia 2050, es evidente que el impacto de esta tendencia no es superficial. Este descenso sostenido y acelerado ha comenzado a generar efectos tangibles y profundos que afectan prácticamente todos los sectores de la sociedad.
El impacto del descenso en la tasa de natalidad en la economía colombiana
El DANE ha señalado que, aunque el país podría experimentar un “impulso demográfico” gracias a su estructura joven, este efecto no revertirá la tendencia hacia una baja natalidad. La reducción en los nacimientos no solo implica menos niños en las escuelas, sino que también conduce a un incremento notable en la población de adultos mayores. Según el análisis de Profamilia, esto se traduce en un fardo creciente sobre los sistemas de salud y pensiones, que estarán bajo presión ante una población jubilada cada vez más numerosa.
Retos fiscales y presiones sociales
La proyección de un envejecimiento acelerado, como lo indica BBVA Colombia, podría tener consecuencias severas para la economía. La ausencia de un reemplazo poblacional suficiente significa menos contribuyentes al sistema pensional justo en el momento en que las demandas de este sector aumentan. Así, el equilibrio fiscal de Colombia se convierte en un escenario crítico, poniendo en riesgo el acceso a servicios esenciales como educación y salud. Las Superintendencia de Salud y MinSalud deben prepararse para enfrentar estos desafíos, adaptando sus políticas y recursos.
Cambio en la demanda de bienes y servicios
Con menos personas jóvenes en la población, la demanda de bienes y servicios relacionados con la niñez, como juguetes, ropa infantil y educación, disminuirá notablemente. Esto representará un cambio radical en los mercados, por lo que empresas como Éxito y Alquería ya están considerando cómo ajustar sus ofertas para enfrentar esta nueva realidad. Inversamente, la demanda de productos y servicios dirigidos a adultos mayores, como atención médica y cuidados especializados, aumentará, generando nuevas oportunidades de negocio y empleo.
Políticas proactivas para enfrentar el fenómeno
Ante este panorama, es fundamental que el gobierno y las instituciones como Grupo Aval implementen políticas activas que favorezcan a las familias, priorizando la corresponsabilidad en el cuidado y el manejo de la migración. La experiencia internacional demuestra que, para revertir tendencias de baja fecundidad, no son suficientes los incentivos económicos aislados. Se requieren políticas integrales que garanticen la conciliación entre vida laboral y familiar, proporcionando un adecuado sistema de cuidados que permita a las familias crecer. Sin embargo, la migración, como herramienta de ajuste, presenta retos adicionales que Colombia deberá enfrentar, buscando atraer y retener a esos nuevos habitantes mientras se fusionan de manera productiva en la sociedad.
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Oportunidades para invertir en capital humano
A pesar de los riesgos, hay oportunidades significativas si se manejan adecuadamente. En este sentido, Colsubsidio plantea que existe una ventana temporal hasta 2043 para hacer inversiones estratégicas en capital humano, fortaleciendo la educación y formación técnica para elevar la productividad. Transformar la estructura poblacional actual en una ventaja competitiva es clave, fomentando una fuerza laboral altamente capacitada y adaptada a los desafíos futuros. Reformas profundas en educación y acceso a tecnología son cruciales para lograr mejoras en la productividad de los trabajadores activos.
Las consecuencias de no actuar
Descuidar estas advertencias podría llevar a consecuencias profundas en la estructura económica del país. La presión sobre el sistema de salud y pensiones aumentará, afectando los recursos destinados hoy a inversión social. Además, la disminución de la población activa limitará el crecimiento económico, debilitando la capacidad del país para generar riqueza. En este contexto, reconocer que la natalidad no volverá a niveles de reemplazo se vuelve esencial, así como la necesidad de adaptar las políticas para convertir esta transición demográfica en una oportunidad de desarrollo sostenible.
