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CIUDAD DE MÉXICO.- Alubita Salpicón, Satán Carroña, Boba Licona y Avelino Pilongano son sólo algunos de los personajes que acompañaron por 61 años a Doña Borola, Don Regino Burrón y a sus hijos. ¿Los recuerdas? Cada uno representa algún arquetipo de los mexicanos.
“Siempre me gustó el habla del pueblo, sobre todo cuando me encargaban mis primeros trabajos. Yo no sabía cómo hacer una historieta, pero sabía cómo es el lenguaje popular. No sólo es contar historias, sino saber cómo decir las cosas”, explicó en una entrevista Gabriel Vargas Bernal, autor de una de las historietas más longevas de México: La familia Burrón (se publicó desde 1948 hasta 2009).
Testigo de la vida popular del siglo XX, Gabriel Vargas recreó el lenguaje, modos y costumbres de una sociedad que dejaba atrás la Revolución y entraba en una era de modernización e industrialización.
Los personajes que trazó se asentaron en el imaginario de varias generaciones e incluso, adoptaron sus mismas frases, tal es el caso de “está de rechupete” o bien, “a todo mecate”. Asimismo, hay que destacar que Doña Borola Tacuche es una de las primeras grandes protagonistas de la historieta mexicana y que incluso, en varias de las tiras manifestaba el cambio de valores en el papel que la mujer tenía a mitad del siglo XX.
No sólo retrató a las clases media y baja, las analizó detalladamente. Para ello se metía a las vecindades, a los barrios… iba de los cafés a los cabarés. Observar y escuchar eran sus métodos de trabajo, a partir de estas experiencias entraba a su estudio y dibujaba a sus protagonistas.
“Saqué la forma de hablar sencilla y le agregaba algo más a las tramas, haciéndolas más jocosas y divertidas. Se me hace gracioso modificar el lenguaje”; esa capacidad fue admirada por intelectuales mexicanos como Sergio Pitol, Carlos Monsiváis, Juan Villoro o Alfonso Reyes, éste último consideraba que Gabriel Vargas era “el único mexicano que merecía ocupar un lugar en la Academia de la Lengua”, debido al registro que hizo del habla popular.
Nació en Tulancingo, Hidalgo, y no en el Cuajo número chorrocientos chochenta y chocho. Cuando tenía cuatro años, su padre falleció, lo que hizo que su familia se mudara a la Ciudad de México, exactamente a la calle Moneda en el Centro Histórico.
Su habilidad para el dibujo estuvo presente toda su infancia, aunque lo ocultó a su madre, quien no veía futuro en que se dedicara a ello. En la escuela primaria demostró una gran inteligencia, a los 11 años ganó un concurso de dibujo internacional infantil en Osaka, Japón, por lo que recibió una beca del Gobierno de México para estudiar en París, Francia, pero la rechazó para comenzar a trabajar en el periódico Excélsior.
Su dedicación lo llevó a subir de puesto poco a poco, hasta convertirse en jefe del departamento de dibujo. Sin embargo, su mayor éxito llegaría en 1948 cuando publicó La familia Burrón, la cual ha sido la historieta más longeva de México y formó a numerosos lectores en un tiempo en que el cine nacional aún no llegaba a su Época de Oro.