Redacción
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Soledad Centeno, más conocida en el Valle del Maíz como Doña Chole, nació en San Miguel de Allende y es originaria del Barrio donde ha vivido toda su vida. Su nombre es conocido y reconocido en la ciudad por ser quien a lo largo de su vida ha tenido una tarea especial: preservar las tradiciones de nuestros antepasados.
Su valor de liderazgo a lo largo de su vida la ha llevado a ganar el respeto y cariño de la gente que la reconoce como la Capitana, La Chamana… La Jefa. Honor a quien honor merece.
Doña Chole nació en el año de 1930, es la segunda hija de 5 hermanos en la familia que formaron sus padres Dolores Centeno Hernández y Luz Centeno Hernández.
Es la mujer sabia del Valle del Maíz, la misma que a sus 87 años defiende con devoción y amor sus tradiciones, esas que le enseñaron sus ancestros y que ha compartido con las nuevas generaciones para que no se les olvide de dónde vienen y hacia dónde van.
A ella le tocó heredar sus conocimientos y su pasión por lo espiritual, esos que su papá Dolores le enseñó.
«A los 5 años y con la habilidad que tenía yo de caminar mucho para todos lados, mi papá y mi abuelo me llevaban a las ceremonias para que viera el fervor y el respeto con que se realizaban los rituales. Ellos eran mayordomos de la Capillita en el Barrio del Valle del Maíz, no el templo que ya está ahora, así que desde chiquilla me traían donde quiera.
«Mi mamá era de la comunidad de Alcocer y mi papá nació aquí en el Valle del Maíz. Él era Criollo desde sus antepasados, por esa razón mi papá y mi abuelo tenían una gran devoción por la Santa Cruz. Mi papá me llevaba a rezar y poníamos en la pared un orificio para colgar la campana que usábamos para llamar a que la gente fuera a rezar. Me sentaba a un ladito de mi papá para escuchar qué estaba rezando. Yo sabía muy bien todo.
Doña Chole recuerda que siendo niña, a veces el cansancio le ganaba a la hora del rezo, «pero en cuanto mi papá me veía me daba un coscorrón para que me despertara. Para estar seguro de que todo lo había escuchado después me preguntaba de lo que había pasado y sobre la Santa María y el Dios Te Salve».
De ceremonias y velaciones conoce bien, en casa o con los vecinos siempre había. Su papá no la llevaba siempre porque estaba pequeña y en aquellos tiempos, según recuerda doña Chole, la gente no quería a los niños en éstas celebraciones, «solo pura gente grande tenía que estar en la iglesia, a los chiquillos nos echaban para afuera», aunque ella reconoce que era un gusto enorme que su papá la llevara a desvelarse junto con él mientras se rezaba.
«Me gustó como una cosa así de corazón por eso le aprendí bien, estaba pendiente de todo lo que hacían y por eso todo lo que nombraban me lo sabía de memoria».
El respeto era un acto que no se negociaba y en aquellos tiempos dice, las personas no se hablaban de «tú», se decían «Compadre o Comadre» así que desde pequeña a ella le llamaron «Comadrita».
Su padre falleció cuando cumplió los 14 años de edad y un año después falleció el Mayordomo del Valle del Maíz, por eso, y gracias a las enseñanzas adquiridas por su papá, la gente del Barrio decidió darle la oportunidad de asumir la responsabilidad de organizar las Ceremonias, misas y rituales en el Templo del barrio. A los 15 años era la Chamana del barrio.
En 1948, Doña Chole se casó con Eusebio Godínez, quien ya no la dejó participar en la organización de las tradiciones, «me dice mi hijo el más chico: mamá, ¿Por qué cuando estaba mi papá no andabas en las fiestas? y les respondía: porque no tenía ganas hijos pero ahora ya tengo y muchas, así que lléguele ándele», dice mientras suelta una carcajada.
Su esposo falleció hace 35 años, «duro un año en agonía en una cama a causa de la Cirrosis. tomaba mucho y el alcohol lo acabó», dijo.
Doña Chole tuvo 5 hijos, entre ellos una mujer que también falleció por lo que ahora es la única mujer bendita entre 4 hombres, sus hijos.
«¡Ay, si mi hija viviera! pero no se pudo. Ella trabajaba en la Ermita de cocinera, tenía 14 años y luego empezó a agarrar la bebida y la corrieron del trabajo».
Ella y dos hermanos más son los restantes de 4 en total de la familia Centeno Hernandez, «mi hermano Cruz el mayor, fue mayordomo pero se safa de las
tradiciones, no se le da esto de tener responsabilidades, mi hermana Guadalupe ayuda a poner el coro».
Desde hace 3 años dejó de participar en las ceremonias y recorridos que año con año se realizan en la Festividad de la Santa Cruz del mes de mayo en el Barrio del Valle del Maíz, su edad avanzada y algunos padecimientos en su salud le impiden caminar al ritmo de las demás personas pero aún así continúa colaborando con ellos en lo que puede. Ahora son sus hijos, nietos y bisnietos quienes apoyan las festividades de uno de los barrios con mayor arraigo en traiciones y cultura.
«Yo les echo el ojo para que hagan las cosas como debe ser», dice.
La Chamana del Valle del Maíz tiene a su cuidado la Santa Cruz del Cementerio, la Cruz que es llevada al velorio de un difunto de la colonia y que veneran el 2 de noviembre de cada año.
A sus 87 años Doña Chole goza de la compañía de 22 nietos, 17 bisnietos y mucha gente que la respeta por ser la de la experiencia.
Ella vive rodeada de su gente que todos los días la consienten porque viven juntos en un terreno que su esposo repartió cuando vivía. La Chamana del Valle del Maíz nunca está sola, con ella siempre están sus tradiciones, sus rezos, la cultura, su sabiduría y la gran y numerosa familia que formó en su vida.