Ana Luz Solís y Carola Rico
San Miguel de Allende, además de ser parte del Patrimonio de la Humanidad, tiene un tesoro más, único por su biodiversidad y su importancia ecológica y paisajista: El Charco del Ingenio, un sitio que cada día requiere de una mayor atención y apoyo para seguir ofreciendo a sus visitantes, concientización a través de la naturaleza.
El Jardín Botánico que cada año recibe al menos 30 mil visitantes, ha logrado ser reconocido por mexicanos y extranjeros que llegan al lugar dispuestos a convivir con la naturaleza por lo atractivo de sus espacios, su diversidad en flora y fauna y la tranquilidad que dentro de las más de 70 hectáreas de reserva natural, se respira.
El Charco del Ingenio es considerado un monumento natural extraordinario en su género.
Su nombre proviene de una poza legendaria al fondo de una cañada, donde subsisten vestigios históricos.
Una añeja presa se extiende en humedales donde abundan aves de diferentes especies, y entre sus amplias laderas, se pueden encontrar diversos tipos de vegetación nativa y semiárida. El lugar, consagrado a la preservación del sitio y biodiversidad, cuenta con una importante colección botánica, integrada por cactáceas y otras plantas suculentas de México.
“El Charco del Ingenio nace de una iniciativa civil ciudadana, a finales de los 80, para rescatar una de las cañadas de San Miguel de Allende de las más espectaculares y la másimportante en términos de bio- diversidad, por su importancia ecológica, paisajística y porque escénicamente es un lugar muy bello y tiene un gran valor histórico”, informó César Arias de la Canal, presidente de la reserva y quien defiende cada cactus, rama de árbol, nopalera y flores que aparecen en el lugar.
Arias de la Canal recordó que El Charco del Ingenio nace luego de que un grupo de sanmiguelenses interesados en rescatar este espacio, fue comprando poco a poco terrenos que lo fueron cercando y uniendo a lo que hoy es un proyecto de casi 70 hectáreas de reserva.
Cuando los integrantes de la asociación obervaron el interés de los ciudadanos mexicanos y extranjeros por apoyar el proyecto, de inmediato comenzaron los trámites para convertirlo en una reserva ecológica y conseguir lo que hoy es una zona de preservación protegida por el Municipio y el Estado.
“Con el trabajo diario nos hemos dado cuenta de que existen vestigios históricos del siglo XVI y todo el conjunto de esta cañada es un patrimonio de San Miguel de Allende que no esta- ba protegida y quienes vivimos aquí desde niños, le tenemos un valor afectivo importante, que se incrementa con las leyendas del Chan y que son parte de lo imaginario, de lo simbólico”, comentó Cé sar Arias, Presidente del Charco del Ingenio.
El Charco cuenta con dos zo- nas de inventarios gracias los voluntarios científicos, por lo cual se han publicado dos libros respecto a las diferentes especies de plantas que se han encontrado en la zona y en la región. Son hasta ahora más de 560 tipos diferentes de vegetación encontrada dentro de la reserva.
Además se cuenta con inven- tarios de los tipos de mariposas y mamíferos que existen dentro del Charco, como son el gato montés, zorras y mapaches, así como un listado de 170 tipos de aves migratorias y residentes.
“Por su riqueza que se ha ido incrementando la protección de la zona de preservación que debería ser prioridad para el gobierno municipal, en el Jardín botánico, Charco del Ingenio trabajan 16 personas y se reciben alrededor de 30 mil visitantes al año, lo cual ya nos desborda en actividades y diferentes responsabilidades, pues tenemos que tener personal destinado para dar seguridad a los usuarios, visitantes y miembros; otros más a cuidar de la reserva y esto ya forma parte de uno de los destinos que tiene San Miguel de Allende para visitar”, dijo el Presidente del Charco del Ingenio.
La segunda colección
Dentro del Charco del Ingenio se cuenta con la segunda más importante colección del país en cactáceos, después de la UNAM, que la tienen en la Ciudad de México.
La colección está integrada de diversas clases de vegetación, las cuales son analizadas y vigiladas de manera constante por especialistas.
“La educación ambiental es la actividad más grande que tenemos. Nuestro eslogan es ‘Educando en la naturaleza’ por eso cuando vienen a visitarnos, se procupa que la visita del lugar sea espectacular y dejar huella entre ellos, tanto en niños como en adultos, para que sepan la im- portancia de cuidar el medio ambiente y todo lo que nos ha ofrecido a lo largo de los años”, señaló.
En el año 2004, El Charco del Ingenio fue consagrado como Zona de Paz por el Dalai Lama, líder del pueblo tibetano y Premio Nobel de la Paz, durante su visita a México. Fueron cinco las zonas de paz declaradas en distintos puntos del país. Se trata de espacios libres de violencia y de armas, dedicados a la con- servación de la naturaleza y al desarrollo comunitario.