Redacción
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El Jueves de Corpus, de las muñecas de cartón, de caballitos de cartón, altares y procesiones, reunió a miles de sanmiguelenses que con fervor, visitaron cada uno de los más de 20 altares.
En la sala de la casa, el recibidor, el patio, los portales, la banqueta o cochera, los vecinos esperaron con fe el paso del Santísimo a su casa, para recibir las bendiciones y pedir por su familia.
En las calles había más que fe y religión, que se unió a la cultura y tradiciones de un pueblo que no permite que se acabe una de las costumbres heredadas de sus ancestros.
Los pequeños niños vestidos de hortelanos bailaban para abrir el paso a la procesión; otros jugaban con el tradicional torito y las mujeres rezaban acompañando a los sacerdotes y hombres que trasladaban el Santísimo por las calles para llevar bendiciones y plegarias.
Corpus Christi es la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo y de la presencia de Jesucristo en la Eucaristía.
La fiesta empezó en la Parroquia de San Miguel Arcángel para luego recorrer las calles de la zona centro donde fueron colocados los altares que luego compartían con la gente los panecillos benditos, para agradecer la visita.
Como cada año, la fe llenó de fiesta el jardín principal de la Ciudad Patrimonio, que atrajo además a los turistas que sorprendidos veían los bailes, rezos, rituales y sobre todo, a los sanmiguelenses participando con pasión en una de las fiestas más importantes del municipio.