Hoy hace un mes, San Miguel de Allende comenzó a luchar contra una pandemia

Redacción/ Colaboración: Dayan García

newssamiguel@gmail.com

Fotos: Dayan García

 

SAN MIGUEL DE ALLENDE.-  Ha pasado un mes desde que todo comenzó. Nuestro país se encuentra actualmente en la Fase 2 de un virus que llegó en un pestañeo y se quedó para cambiar nuestras vidas de una manera tan radical, incluso, difícil de creer.

«Susana Distancia» fue el primer llamado por parte de la Secretaria de Salud para intentar acabar con el COVID-19 y veíamos tan lejano el tema que lo ignoramos.

Aquel día (20 de marzo) las palabras y frases de gel antibacterial,  lavado de manos,  evitar aglomeraciones se volvieron frecuentes. Conforme avanzo el tiempo se tomaron medidas más extremas y  la cuarentena era inevitable.

 

Ese encierro obligado llegó a San Miguel como un heraldo, un anuncio del silencio de un pueblo que vive del turismo. La falta de turistas y la falta de dinero se sintió desde que cerraron hoteles y negocios que no tenían a quién atender porque el miedo a la llegada del virus, ya no los dejó llegar.

San Miguel es bien conocido por ser el lugar ideal en el que personas de todo el mundo quieren pasar sus vacaciones: Semana Santa, vacaciones de verano, meses patrios y vacaciones de invierno eran parte de las «temporada alta» tan esperada.

Los golpes de una ciudad desolada se sienten más fuerte cuando resuenan en forma de un eco que rellena todos los espacios vacíos que alguna vez ocuparon los turistas.

Lo cierto es que no estábamos preparados para algo así…nadie en el mundo lo esperaba  y hoy puedes ver a la gente aún sentada en las bancas de la plazas, en las filas de las tiendas una a otra, sin respetar la Sana Distancia. Tuvieron que llegar a decirles lo que se han cansado de pedirnos.

Los negocios cuyo público principal era extranjero, el cine y aquellos negocios que, anticipadamente, aceptaron el desenlace que tendría una pandemia de esta magnitud, cerraron sus puertas, pues la realidad era como un tren en movimiento que corría en dirección contraria de nosotros. Nos preparamos para una colisión inminente de la economía.

Lentamente el desempleo fue una realidad, las costosas rentas de los edificios del centro comenzaron a sentirse, las colegiaturas de los mejores colegios ahora parecían una injusticia y los problemas personales de cada individuo se intensificaban.

Las cosas se ven mal, sin lugar a dudas, pero también he visto cosas buenas.

La mejor parte de una crisis, creo yo, es que puedes encontrar lo mejor de las personas, puedes ver qué tan buenos pueden llegar a ser los desconocidos y puedes darte cuenta que aún queda esperanza, no solo en la guerra contra un virus, sino como especie en general.

Puedes ver humanidad en cada acción, empatía en cada sonrisa y solidaridad en cada esquina y tal vez, por primera vez en mucho tiempo, puedas sentir que no estás solo.

«He visto arrendatarios perdonando la mitad de una deuda, jefes pagar un sueldo pese a que sus trabajadores se quedan en sus casas, doctores y enfermeras trabajar día y noche, valientemente al pie del cañón sin importar las adversidades que enfrenten. He aprendido que allá afuera siempre habrá gente dispuesta a ayudar y eso es algo que ninguna crisis, virus o pandemia nos podrá arrebatar porque somos mexicanos, somos sanmiguelenses y saldremos adelante».

 

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