Carmen Rioja
Hace unos días le propuse a un que- rido amigo escritor que me conce- diera una entrevista con respecto al maestro José Emilio Pacheco y su lamentable deceso el pasado 26 de enero. Así fue como tuve la fortuna de brindar un muy sentido homenaje privado a su vida, como seguramente se le ha conmemorado en estos días no solamente desde las instituciones, escuelas y casas de cultura, sino íntimamente en conversaciones y lecturas en la sala de muchas casas mexicanas, la mesas de cientos de cafés y hasta en algunos aposentos.
Hablamos de José Emilio Pacheco y su obra en entrevista que me concedió Guillermo Samperio quien ya es una leyenda en sí mismo, un escritor cuyos textos y personajes ya son fantasma eterno de la literatura mexicana; mu- chos recordamos a La señorita Green título de uno de sus cuentos más fa- mosos o a la Gioconda en bicicleta entre cientos de textos que suman sus más de 20 libros publicados. Nos sentamos en una pequeña mesa arrimada a la pared donde apenas cabían dos platos al mismo tempo. Esa mesa fue la ideal porque me permitió escuchar más claramente la voz del maestro Samperio a quien conocí como cuentista hace 20 años, cuando ya era famoso por su libro Lenin en el futbol, recuerdo que en ese entonces no escribía poesía o no la publicaba.
Ahora, con la madurez que le han dado los largos años de praxis en el oficio del escritor y su inclemente exigencia de horas de escritorio, Guiller- mo se ha dejado soltar los versos que traía en el alma cocinando a fuego lento y que han resultado de una pureza y originalidad sorpresiva. Esta generación ha dado hijos ilustres, geniales a veces, y aunque no todas sus obras alcanzaron la genialidad, sí han producido obras depuradas, ejemplares y ya canónicas. En palabras de Guillermo Samperio, Emilio era ante todo un voraz lector de poesía, Guillermo nos cuenta que una vez comió con él y que su gusto por la comida era tan grande como su apetito literario.
Carmen Rioja. ¿Cuál es tu expe- riencia personal frente a la obra de José Emilio Pacheco?
Guillermo Samperio. Conocí a José Emilio Pacheco en los 80 ́s cuando desempeñé como Director de Literatura del INBA. José Emilio tuvo un peso muy importante en la escena mexicana. Junto con Carlos Monsiváis formaron una generación fuerte que hizo ruido a muchos.
C.R. ¿Cuál crees que será la tras- cendencia de su obra?
G.S. José Emilio Pacheco será recor- dado. Yo creo que además de su poesía su obra más lograda es la novela Batallas en el desierto, me parece muy buena novela. Su talento pudo abrirse camino junto a la sombra de escritores de gran peso literario y político como el maestro Octavio Paz.
C.R. ¿Qué opinión tienes sobre el reciente fallecimiento de importantes escritores de México y el vacío que dejan?
G.S. Es un tiempo en la que grandes figuras literarias nos han dejado, pero siguen sus herederos en el camino, hay escritores importantes como Enrique Krauze o Héctor Aguilar Camín. La literatura mexicana tiene que madurar. No veo un movimiento literario nacional que esté empujando, pero hay ciertas corrientes. En el norte los jóvenes están escribiendo mucho, son voces diferentes que quiero leer.
La obra de José Emilio Pacheco nos permea a todos los mexicanos, está en las influencias de casi todos los poetas actuales y de algunos narradores. Aunque admiren su obra o la aborrezcan, lo cierto es que está ahí como una piedra angular de una sociedad que en los últimos 70 años se ha visto redefinida, cuestionada y resignificada. La desolación que el país comienza a sentir por la muerte de las voces más contundentes en la literatura, llega en un momento difícil: atravesamos por una crisis de salud pública. Como si nos rompiéramos una pierna cuando ya de por sí sufrimos el peor de los resfriados. Nos hacen falta hombres y mujeres de opinión con ideales sólidos de justicia y equidad.
El problema de inseguridad, de narcotráfico y de política entendida como mercadotecnia, no tendrá una buena resolución sino hasta que entendamos que no estamos meramente frente a un problema de seguridad pública y crimen organizado, sino que se trata de un problema de salud púbica, una carencia en las condiciones de salud de la población, falta de servicios e instalaciones de deportivas y falta de acceso a la educación y a la cultura, falta de empleos y calidad de vida y que no se puede curar tratándolo solo aumentando las fuerzas policíacas o militares o legalizando armas y grupos de autodefensa.
Creo que el maestro José Emilio Pacheco y su esposa Cristina, a quien extiendo mi más sentidas condolencias, lo comprendieron y dedicaron su vida a luchar por promover un entendimiento y una conciencia social. Hay quienes trascienden más allá de la muerte dejando una constelación de luminarias, un mapa como guía de los que quedan y están por venir, voces como la de José Emilio Pacheco.
¨Sólo el silencio que da miedo. Tan raro,
tan raro, tan escaso se ha vuelto en este mundo
que ya nadie se acuerda como suena¨
J. E. Pacheco