Redacción
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SAN MIGUEL DE ALLENDE.- Una familia, a la que llamaremos Martínez, para proteger su identidad, vivió una verdadera pesadilla apenas a dos días después de mudarse a su nueva casa en el tan promocionado fraccionamiento La Esmeralda en San Miguel de Allende.
Lo que se suponía sería el inicio de una nueva etapa, terminó en un robo a plena luz del día.
Los ladrones entraron y cargaron con todo lo que pudieron: un refrigerador, una Smart TV, una bocina Bosé, y hasta los tenis del jefe de la casa.
Los Martínez, como muchos, llegaron con ilusión al fraccionamiento que el mismo alcalde Mauricio Trejo había «cacareado» como un gran proyecto para que los sanmiguelenses tuvieran su patrimonio familiar y seguridad. Sin embargo, la realidad fue muy distinta.
Apenas el fin de semana comenzaron a instalarse en su nuevo hogar y al segundo día, mientras estaban trabajando, los ladrones vaciaron la casa entre las 2:00 p.m. y las 4:00 p.m.
Lo más inquietante, según los vecinos de la calle Gouda Poniente, es que antes de que los delincuentes actuaran, un grupo de albañiles de la misma constructora que no dejaban de observar todo lo que ocurría en la zona, como si estuvieran «halconeando» para los criminales. «Esos mismos trabajadores que siempre andan por aquí, son los que más sospecha nos dan», comentó una vecina que prefirió mantener el anonimato.
Al regresar a su hogar, los Martínez encontraron la chapa rota y sus pertenencias desaparecidas.
«Uno con tanto esfuerzo compra sus cosas, para que lleguen estos sinvergüenzas a robarse todo y luego los trabajadores se hagan los que no saben nada. Justo ese día había albañiles trabajando enfrente de la casa y cuando les preguntamos, dijeron que no vieron nada, que casualmente se fueron a traer material», relataron lo s denunciantes.
Para colmo, al intentar hablar con el arquitecto responsable, este les dijo que el seguro «no cubre ese tipo de daños». Y claro, los constructores no garantizan la seguridad de sus compradores porque tampoco han puesto ni cámaras de seguridad en la zona, dejando a los vecinos en un estado de indefensión total.
«Hoy nos tocó a nosotros, pero mañana puede ser cualquier otra familia», lamentaron los afectados.
El fraccionamiento La Esmeralda, que fue vendido como una oportunidad de oro, está dejando mucho que desear en cuanto a seguridad.