Redacción
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Con info de Ana Solís
Desde un balcón, Doña Eva observa el cuarto donde vive su hija, la casa de su vecino y los corralitos donde guarda sus borregos y sus puerquitos… Todo está bajo el agua: «Hace 20 años que nos llovía así».
Doña Eva vive en la comunidad de El Cortijo, al lado de la comunidad de Atotonilco que tiene «esas casotas» y el centro de eventos sociales conocido como La Devoción, literalmente bajo el agua. Entrar al Santuario de Atotonilco sólo se puede por la carretera a Dolores hasta la gasolinera porque el otro camino, el de la calle Principal, está bloqueado por el agua.
El encharamiento está a menos de 150 metros del templo que forma parte del Patrimonio de la Humanidad.
En Sanmiguelito las cosas no son diferentes. La creciente del río invadió su iglesia y al menos 5 casas están bajo el agua. Del otro lado hay familias que ya no pueden cruzar a Atotonilco, hay que ir hasta la salida a yer una familia intentó pasar para ver qué había pasado con ella porque se salieron por la noche del miércoles y no supieron qué pasó… Solo vieron llegar el agua y salieron todos de ahí.
El problema del agua está a menos de 700 metros de la explanada del Santuario donde siguen llegando visitantes que aprovechan para tomar la foto de la inundación en el sitio donde los llevaron a ver una de las grandes obras mexicanas.
En la zona por donde el cauce del río Laja, no hay lugar que esté sin agua: en el lugar conocido como Casa de Aves, una gran parte de los jardines está cubierto de agua y una retroexcavadora se encarga de remover lo que el agua llevó.
En Xoté, a un lado de la carretera a la Cieneguita, una familia tiene que atravesar su entrada entre el agua. Ahí viven 27 personas en 4 familias. El cuarto que ocupa el papá está entre el agua y el cuarto de uno de los hijos también. Todos han tenido que «subir» a la casa de sus familiares para resguardar sus pertenencias y ponerse a salvo.
En Banda la comunicación de una de sus entradas está cerrada porque para poder atrevesarla depende de que el río esté seco para poder entrar y de la presa Santa Rosa cae el agua sin poder detenerse. La fuerza es grande.
Ahí sólo esperan que baje el agua pero el agua nos va a seguir llegando.
La Presa Allende está ahora cerca del 98 por ciento de su capacidad y continúa el desfogue.
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