San Miguel de Allende y un día entero de solidaridad en la búsqueda del pequeño Fernando

Redacción

newssanmiguel@gmail.com

 

SAN MIGUEL DE ALLENDE.-  San Miguel de Allende vivió un día como ningún otro.

Treina kilómetros de distancia, 24 horas inciertas, miles de almas rezando, 6 años de edad, un hombre de 70 años y cientos de policías y elementos de cuerpos de emergencia trabajando en un mismo objetivo: Fernando.

La comunidad entera, familias, cuerpos de emergencia y grupos organizados, se unieron con un solo objetivo: encontrar a Fernando, el pequeño de 6 años que había desaparecido de la comunidad de Marroquín de Abajo mientras  jugaba en el frente de su casa.

Fernando fue llevado con engaños por un hombre de casi 70 años, su propio tío abuelo, un hombre con antecedentes de pedofilia e incluso que había sido procesado por un delito semejante, pero que ya estaba libre.

Lo que siguió luego de desaparecer, fueron las 24 horas más largas y angustiantes que la comunidad había vivido.

Lo que empezó como una tragedia que parecía no tener fin, se convirtió en un ejemplo de unidad y solidaridad. La noticia del secuestro de Fernando corrió como pólvora por las redes sociales, los grupos comunitarios y los medios de comunicación. En cuestión de horas, toda la ciudad estaba al tanto y dispuesta a actuar. San Miguel de Allende, conocida por su riqueza cultural, se movilizó en cuerpo y alma para ayudar a encontrar al pequeño.

Empresarios, restauranteros, panaderos, y grupos como Amigos al 100 se volcaron a la causa. Algunos donaron comida para quienes participaban en la búsqueda, mientras otros aportaron drones y equipo especializado. Nadie fue indiferente. En la comunidad de Marroquín de Abajo, muchos patrones dieron permiso a sus empleados para faltar al trabajo y unirse a la búsqueda.

Nadie fue a trabajar ese día, porque la prioridad era encontrar a Fernando.

Desde la mañana hasta bien entrada la noche, los elementos de la Fiscalía del Estado de Guanajuato, junto con elementos de las Fuerzas del Estado, de seguridad, bomberos y voluntarios, recorrieron kilómetros de caminos y linderos, guiados por los habitantes de la región. Se adentraron en cerros, revisaron cada rincón de la zona, mientras los habitantes les señalaban los caminos donde los niños solían jugar. Familias enteras caminaban junto a los uniformados, compartiendo la misma angustia y esperanza.

Durante 24 horas hubo personas en San Miguel de Allende que no descansaron.

EL ENCUENTRO

El esfuerzo conjunto tuvo su recompensa. Fernando fue encontrado en la comunidad de San Gabriel, a más de 30 kilómetros de donde desapareció. Estaba cubierto de tierra, con sus pequeñas piernas arañadas y su carita asustada.

Aún no se sabe con claridad cómo llegó hasta allí, ni qué sucedió exactamente en esas horas, pero lo importante era que estaba vivo. El pequeño había pasado una noche sin su mamá ni su familia, pero gracias a la solidaridad y esfuerzo de toda una comunidad, Fernando volvió a casa.

La noche del 20 y todo el 21 de agosto será recordado no sólo por la pesadilla que vivió un niño recién graduado del kínder, sino por la increíble demostración de unión y compasión de la gente. Lo que comenzó con incertidumbre, miedo y desesperación, terminó con un «Bendito sea Dios«, lanzado por miles de sanmiguelenses que suspiraron aliviados al saber que Fernando estaba a salvo.

Esta es una historia con un final feliz, en un Guanajuato donde generalmente los «finales» no llegan o llegan con malas noticias.

San Miguel de Allende se unió como nunca antes, y ese día Fernando volvió a los brazos de su madre, gracias a la fuerza colectiva de una comunidad que demostró que cuando se unen, pueden lograr lo impensable.

 

 

 

 

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