Ariadna del Castillo
El pasado cinco de febrero de 2014 se cumplieron 100 años del natalicio del escritor Norteamericano William S. Burroughs. Genio incómodo, radical, artista mordaz y problemático, ícono de la generación Beat y la contracultura, revolucionario del lenguaje narrativo.
Nacido en St Louis, Missouri y graduado en Harvard, Burroughs transitó entre París, Nueva York y México, entre la heroína y el opio, el hundimiento y la pérdida; desarmó el conservadurismo de los años 50 creando literatura conceptualista y catapultando la contracultura de los 60. Sus textos emiten juicios, dan opiniones directas sin eufemismos; sus ejes fundamentales fueron la sociedad de la posguerra, la marginación de la homosexualidad y la experiencia con las drogas, creando así dieciocho novelas, la gran mayoría no lineales y seis colecciones de cuentos, entre las que destacan Junkie (1953), El almuerzo desnudo (1959), El Exterminador (1960) y Nova Express (1964).
Todas estas obras fueron concebidas tras el detonante de una de las experiencias más imprudentes que vivió durante su estancia en México. La casa ubicada en la calle de Orizaba en la colonia Roma, fue el escenario de la muerte de su esposa Joan Vallmer en 1951, a la que el mismo Burroughs, aficionado a las armas, mató accidentalmente mientras jugaban tiro al blanco al estilo Guillermo Tell. Este suceso desataría lo mas prolífico de su obra.
México también fue el escenario de escape y creación tanto para él como para sus colaboradores Jack Kerouac y Allen Ginsberg, viviendo siempre en la tendencia de la anti intelectualidad. Su influencia llegó a otros artistas, se le puede ver en la portada de los Beatles “Sgt. Pepper ́s Lonely Hearts Club Band”, un cameo en el video “Last Night on Earth” de U2, así como colaboraciones con Kurt Cobain en sus últimos años de vida.
A los 35 años empieza a escribir y a los 83 muere de un ataque al corazón en Kansas, dejando así un legado áspero a través de su crítica social.