Ana Luz Solís
Para el arquitecto Salvador Moreno ser amigo de quien él conoció como Salvador Macías Tafoya en San Miguel de Allende, le costó muy caro, pues además de no saber dónde está su hijo, el martes vio cómo más de 30 agentes federales se distribuían por su casa sin explicarle por qué.
Así ha sido desde el 1º de octubre, día en que vio a Don Chava, su amigo, aparecer en la televisión, esposado, con la cabeza baja y señalado por la Procuraduría General de la República (PGR) como Héctor Beltrán Leyva, líder del cártel que lleva sus apellidos.
“Era Don Chava, don Salvador, todos lo saludaban. ¿Cómo podíamos dudar? yo hasta ahora tengo mis dudas de si es quien dicen, pero eso le toca a la autoridad”.
Tras el cateo que dijo, duró más de 7 horas, levantará una queja ante Detrechos Humanos y las instancias federales correspondientes para señalar el trato y lo que él llama agresión que sufrieron él y su familia por parte de los policías que llegaron armados, encapuchados y que dijo, se llevaron varias de sus pertenencias que ellos mantenían en casa.
“Fue una agresión, nos trataron como delincuentes y no lo somos. Debo decirlo claro, conocimos a ‘don Chava’ como muchísima gente de San Miguel de Allende. Hoy dicen las autoridades que es Héctor Beltrán Leyva. Desgracia tal vez para nosotros y para todos los que lo conocimos”, dice aún asustado el arquitecto y agente inmobiliario.
El operativo
Fue la mañana del martes cuando un convoy de agentes federales de la PGR y otros agentes federales, llegaron a San Miguel de Allende.
Recorrieron la ciudad, buscaron y preguntaron y llegaron hasta una de las casas de la calle Beneficencia, en la colonia San Juan de Dios. Ahí llegaron cerca de las 11:30 de la mañana, donde cerraron las calles y llenaron con sus camionetas, la pequeña avenida empedrada.
“Estábamos por desayunar cuando llegaron, empujaron la puerta de la calle y entraron. Eran entre 30 y 35 personas, algunos con uniforme, otros traían logos de SIEDO y SEIDO, de PGR y unos más andaban de civiles. Algunos de ellos enmascarados”.
Dijo que muchos de ellos portaban armas largas, “Cuernos de Chivo”, respondió al arquitecto un agente que participó en el cateo.
“El abogado que los encabezaba me dijo: ‘aquí tengo un documento en los cuales estamos autorizados a un cateo´. Cuando le pedí que me lo mostrara, me dijo que no podía más que leer las conclusiones, pero ya estaban los agentes adentro, en los cuartos, en la cocina, en la azotea, en el patio”.
El mismo abogado, dijo Salvador Moreno, le dijo que lo que buscaban eran los bienes del criminal Héctor Beltrán Leyva, así como a uno de sus hijos, que trabajaba para él.
“El proceder de los agentes era tranquilo, pero me cuestionaban dónde tenía las joyas que me había robado de la casa de Querétaro, las escrituras de las propiedades que tenía Beltrán Leyva en San Miguel, que respondiendo a eso me dejarían en paz. `¿Dónde está tu hijo el criminal? Es que usted no sabe qué hijo tiene, ese ya se le fue por el camino malo. Ese muchacho mató a una persona en Querétaro’, me dijeron, ¿Cómo puede una agencia investigadora presumir que es un criminal cuando no lo has juzgado?”, recalcó el arquitecto sanmiguelense.
Durante 7 horas, los cuatro integrantes de la familia que se encontraban en la casa, tuvieron que estar aislados, no se les permitieron hacer llamadas, tampoco tomar evidencias con sus teléfonos de lo que ocurría, “por seguridad de los elementos”, dijeron.
En el transcurso del relato sobre el cateo, el arquitecto señaló que nunca sospechó de Don Chava, que era empresario, que tomaron la copa, que saludaba a los amigos, como muchos lo hacían en San Miguel de Allende.
“Declaro y nadie me lo desmiente, Don Chava era una persona respetuosa, educada, correcta, en ningún momento me indicó la idea siquiera de un ilícito o contrario a la ley; se mantenía correctamente.
“Hicimos amistad cercana y cuando él venía a San Miguel de Allende, declaré a la autoridad, que supe que rentó una propiedad, no conmigo porque no hago arrendamientos. Sí me llegó a invitar y estuvimos en restaurantes que todos conocen como el Rosewood, Los Laureles; puedo decir que estuvimos en el Pescau, en Garufa, en Lolita y todo mundo lo saludaba y le decía: Don chava, don Salvador. ¿Cómo podíamos dudar? yo hasta ahora tengo mis dudas, pero eso toca a la autoridad”.
En el tiempo que duró el cateo, dijo el arquitecto, los agentes le tomaron la declaración sobre lo que querían saber y dijo que varios agentes, le indicaron, en tono sarcástico, que “estaban metidos hasta el tope” y que en una semana, lo más seguro era que regresarían.
Durante la rueda de prensa, el arquitecto declaró que no sólo sufrieron el susto por lo ocurrido, sino que además, al hacer un recuento de lo que dejaron en el lugar, observaron que ya no estaba su cámara fotográfica marca Nikon D 7100, tres anillos de diamantes que dice compró a Jorge Rivera Riverol; 1 celular, una maleta, 10 botellas de wisky, un telefoto, 2 discos duros, 4 mil pesos en efectivo y los cargadores de celular.
La casa del arquitecto quedó asegurada y tendrá que comprobar ante las autoridades federales el cómo la obtuvo (dice que fue herencia de su madre); se llevaron además dos autos, entre ellos el Lincoln blanco que conducía su hijo, el que busca la PGR, el que trabajaba con Don Chava y que no saben dónde está desde el día que detuvieron a Beltrán Leyva.