Redacción
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SAN MIGUEL DE ALLENDE.- En el corazón de San Miguel de Allende, uno de los destinos turísticos más emblemáticos de México, se encuentra la Presa Allende, el centro de captación de agua más grande de la región.
Sin embargo, hoy en día, está presa, que es uno de los vasos de captación más importantes de la zona noreste de Guanajuato, está luchando por su supervivencia, cubierta de manera alarmante por el lirio acuático, una planta invasora que asfixia el agua y amenaza la vida que depende de ella.
La Presa Allende, que recibe el vital líquido de siete municipios de Guanajuato, es testigo silente de cómo el agua, recurso fundamental para la vida, se va volviendo escaso día a día. Cada vez se encuentra a mayor profundidad, extrayendo no solo el líquido en sí, sino también químicos perjudiciales que dañan los cultivos, los plantíos y, lo que es aún más preocupante, la salud de sus habitantes.
Hoy en día, la Presa Allende enfrenta una situación crítica, con aproximadamente el 90 por ciento de su vaso de captación cubierto por la implacable expansión del lirio acuático. Esta planta invasora se reproduce velozmente, impidiendo que la luz solar penetre en el agua y acabando con el oxígeno esencial para la vida acuática.
La desesperación de los habitantes de las comunidades circundantes se ha convertido en un clamor. Antaño, se dedicaban a la pesca en las aguas de la presa, pero ahora sus actividades han quedado paralizadas por el avance del lirio acuático.
Ante la falta de respuesta de las autoridades, se unieron en asociaciones civiles y decidieron llamar a la ayuda divina. Convocaron al obispo de la Diócesis de Celaya, Víctor Alejandro Aguilar Ledesma, para que bendijera la presa y buscara una audiencia con alguna autoridad que finalmente atendiera su urgente llamado.
La gestión de la Presa Allende recae en la Comisión Nacional del Agua (Conagua), una entidad que ha esperado durante un año el proyecto ejecutivo prometido por el Gobierno municipal, encabezado por Mauricio Trejo Pureco, para iniciar la limpieza de la zona. Lamentablemente, ese proyecto nunca se materializó, dejando a la presa en un estado crítico.
Además, la Conagua ha comprobado que las aguas negras generadas por la ciudad han estado cayendo en la presa durante años. La planta de tratamiento existente ya no es suficiente para el crecimiento de San Miguel de Allende, y el sistema de agua potable local (SAPASMA) carece de un plan claro para abordar este problema. La maquinaria destinada a la limpieza se encuentra prácticamente consumida por el lirio acuático.
La Presa Allende, que una vez fue un símbolo de belleza y prosperidad, hoy se debate entre la vida y la muerte, víctima de la negligencia y la falta de acción. Mientras tanto, las comunidades a su alrededor luchan por sobrevivir en medio de esta crisis hídrica que amenaza no solo su bienestar, sino también su futuro.