Redacción
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Con info de Ana Gaby Hdez y Ana Solís
«Me duele mucho porque yo escuché todo y no pude hacer nada, pero ellos fueron, Ellos me lo mataron», es lo que a cada rato repite doña Guadalupe Cayente, mamá de Leonardo Reyes, el migrante de Dallas que llegó a pasar las fiestas navideñas a la casa en que nació en la comunidad de Corralejo de Abajo en San Miguel de Allende.
El pasado 10 de diciembre, desde Estados Unidos llegaron a San Miguel de Allende 4 integrantes de la familia Reyes, a bordo de una camioneta Ford Expedition con placas del estado de Texas, esa que había comprado Leo, de 23 años de edad, con su sueldo como trabajador de la construcción en Dallas y una empresa de emprendedores en la que comenzaba a crecer. Esa camioneta apenas la pagaba. La deuda se quedó y Leo ya no está.
El 12 de diciembre, como parte de las fiestas de la Guadalupana, en la comunidad de Tlaxcalilla se realizaba un torneo de futbol. Leo era futbolero y él se convirtió en el portero «estrella» era Leo. Se puso su camiseta y jugó como nunca y ganó un balón de futbol color naranja que usó para jugar con sus sobrinos en la casa de Corralejo de Abajo.
En esa comunidad, muy cercana a San Damián, la señal de los celulares no llega por lo bajo del terreno y todos suben a la zona llamada «La Lomita» en lo alto del camino, por donde se puede ver a quienes quieren utilizar sus teléfonos celulares para hablar o mandar mensajes.
Ya por la noche Leo hizo lo propio y después de cenar subió en su camioneta a «la señal» y escribió a Melissa, su novia, a quien le dijo que había ganado un balón de futbol y que cuando llegara se lo entregaría. Después colgó y no volvió a saber de él las próximas 24 horas porque sabía que en esa comunidad donde ambos nacieron y crecieron «la señal» es un lujo al atardecer.
Las horas pasaron y Leo no volvió a casa y su familia pensó que andaba con sus amigos, porque su familia dice, «tenía muchos» no sólo en la comunidad, sino en otras cercanas.
Fue cerca de la 1:00 de la mañana cuando escucharon los disparos, salieron de sus casas y corrieron al camino, ese de «la señal» y vieron la camioneta de Leo, en medio de dos patrullas de las Fuerzas de Seguridad del Estado de Guanajuato (FSPE). Con la camioneta hecha añicos.
Los habitantes conocen bien el terreno y tomaron veredas alternas para llegar al lugar al que los policías estatales evitaban que se acercaran.
«Pero nos subimos, éramos muchos los que llegamos. Ellos le gritaban palabras muy feas, ellos nunca nos vieron pero pudimos escucharlos. Me lo dejaron morir como un animalito. No tuvieron corazón. Ellos (los policías estatales) me lo mataron», dijo doña Guadalupe.
Ayer por la mañana, un grupo de cerca de 100 habitantes de Corralejo de Abajo llegaron a las oficinas de la Subprocuraduría de Justicia en San Miguel de Allende para pedir «Justicia» por la muerte de Leo.
Acompañados de los abogados Ornelas-Padierna, los papás de Leo, llegaron y hablaron con el subprocurador de la PGJE quien les dijo, 10 días después del asesinato de Leo, que ahora sí tendrían acceso a la carpeta de investigación y que les ayudarían a informarles con el tema de la investigación.
Con carteles en mano, durante más de dos horas protestaron y pronunciaron frases como ¡Justicia! por Leonardo: «Exigimos justicia para Leo», «¿En dónde estás Zamarripa?», «Leo, no vamos a descansar hasta que se haga Justicia», «AMLO pedimos tu apoyo», de quien todos ellos Leo era una persona buena y no un delincuente, como lo han venido declarando las autoridades del estado de Guanajuato.
Entre lágrimas la mamá de Leo pide a las autoridades que limpien su nombre, porque las autoridades lo señalaron como un delincuente y le dijeron que la muerte de Leo era para responder a un «tiroteo» que desde la camioneta lanzaron contra ellos junto con otras dos personas y sólo a Leo lo dejaron dentro de su camioneta con un balazo en la espalda, de los otros dos «delincuentes» nadie sabe nada.
«Los Policías Mataron a mi Bebé», decía la señora una y otra vez, mientras con sus manos abrazaba una fotografía enmarcada de su hijo el más chico, al que asesinaron, Leonardo de 23 años.
«Estamos pidiendo justicia porque no se vale lo que hicieron, no se vale, no queremos que se repita otra vez este caso porque es muy fuerte. Duele mucho, no está bien lo que hicieron e incluso yo estuve presente. No importa que me llamen mentirosa, yo estuve presente en el lugar. Dios sabe que no estoy diciendo mentiras, yo dije lo que escuché, yo dije lo que vi y no tengo por qué mentir.
«Mi hijo no tuvo apoyo de nadie, me lo dejaron morir, ellos me lo mataron, no es justo lo que le hicieron», remarcó la señora.
Ahora los abogados continuarán las investigaciones y a través de investigadores privados llevan su propio caso.