Son muy pocas, si es que aún hay, las personas que honestamente no conocen los beneficios principales del ejercicio. La mayoría sabemos, por ejemplo, que hacer ejercicio ayuda al control de peso y que es bueno para la salud; no necesitamos hacer una cita con un nutriólogo para saber que debemos eliminar postres y refrescos de nuestras dietas; no necesitamos que un médico nos diga que fumar es dañino; no necesitamos a un entrenador personal para salir a correr.
Sin embargo, aunque sabemos lo que debemos y no debemos hacer, no parece ser suficiente. El inicio de cada año llega acompañado por el propósito de cambiar hábitos, pero muchas veces se va desvaneciendo con el paso de los días. Y así, con un nuevo ciclo, regresa el propósito.
Una teoría sugiere que las razones que más usamos como motivación para hacer ejercicio pesan menos que las excusas para no hacerlo, y por ello, son muy fáciles de olvidar; por ejemplo “quiero hacer ejercicio para verme bien” es una común motivación, sin embargo, “no tengo tiempo,” “no me gusta sudar,” “es muy cansado” son excusas que muy probablemente ganen esa batalla. Esta teoría explica que se debe encontrar una motivación mucho más profunda, una motivación que sea suficiente para llevarte a tu meta, y que en el momento que estés a punto de darte por vencido, tenga más peso y te empuje hacia adelante.
¿Entonces cuál es tu verdadero motor? :
1) Recuerda el inicio de este año; ¿Cuál era tu propósito de salud? (por ejemplo, “bajar de peso”).
2) Ahora pregúntate: ¿Por qué quería lograr ese propósito? (“bajar de peso porque quiero verme mejor”)
3) Continúa tu auto análisis hasta que encuentres la razón más profunda, la más real (“quiero verme mejor para tener mayor autoestima….porque quiero lograr una posición de liderazgo con mis compañeros de trabajo…..porque quiero tener un mejor puesto” etc.)
Una vez que descubras tus motivaciones más sólidas, haz un plan de trabajo: fíjate metas a corto plazo, que sean específicas (“quiero bajar 5 kilos” vs “quiero bajar de peso”), cuantificables (con una báscula, con un cronometro, etc.), relevantes para ti pero sobre todo realistas; ponles tiempo, lleva un monitoreo de tus avances diarios, encuentra actividades físicas que disfrutes e incluso amigos con quien hacerlas, visualízate logrando tu objetivo y cómo te vas a sentir.
Tus metas deben motivarte, escríbelas siendo lo más específico posible; define la fecha para lograrlas, y crea un plan de acción, pero principalmente nunca pierdas de vista tu meta final ni olvides verdaderamente por qué quieres llegar a ella. Tendrás obstáculos y tentaciones en tu camino, pero recuerda: “No cambies lo que quieres más por lo que quieres en el momento.”
No es tarde aún. Todos tenemos, por más profunda, esa motivación que puede vencer absolutamente todo en su camino. ¿Cuál es la tuya?