Patricia, la mujer de luz y paz en San Miguel, hoy saben que es Marcela y fue una guerrillera chilena

Redacción

newssanmiguel@gmail.com

Fotos: Cortesía

 

 

En San Miguel de Allende la conocieron con el nombre de «Patricia», madre de 2 hijos que dedicó varios años de su vida a realizar terapias de sanación, promover la paz, meditar y convertirse en un ser de luz.

A través de sus terapias ayudó a cientos de personas a sanar, a transmitirle un mensaje de esperanza, tal y como se lo enseñó a ella y otros sanmiguelenses el francés, humanista y hombre de paz, René Mey, a quien trajeron en algunas ocasiones a San Miguel de Allende para escuchar cómo podían ayudar al mundo a sanar su alma, espíritu y cuerpo.


Paty, conocida en el grupo de sanmiguelenses por ser de las principales activistas
y promotoras de paz y la meditación, los ha dejado sorprendidos al verla en la televisión flanqueada por elementos de Seguridad, esposada, en medio de un impresionante operativo policiaco que la llevaría a una cárcel de máxima seguridad.

Y es que Patricia, quien consiguió en su nueva identidad convertirse en un ser de luz y paz, es en realidad Marcela Mardones Rojas, ex pareja de Ramón Guerra Valencia o el «Comandante Emilio» en Chile, una activista de la guerrilla que hace más de 20 años huyó, junto con el Comandante, de su país natal.

Patricia y/o Marcela, a quien sus amigos sanmiguelenses reconocen como una mujer «maravillosa y llena de paz», es acusada en su país de ser quien prestó la logística informando los movimientos y rutinas del Senador y líder de la UDI (movimiento Pinochetista), Javier Guzmán, quien fue asesinado el 1 de abril de 1991 afuera del Campus Oriente de la Universidad Católica donde ella estudia Pedagogía Básica.

Según información publicada por el periódico El Mercurio de Chile, Patricia/Marcela con el  alias de «Jimena», ingresó a la universidad en el año de 1987 y desde donde dicen, vigiló los pasos y movimientos del entonces principal líder de la doctrina de Augusto Pinochet.

Dos semanas antes de cometerse el homicidio Paty/Marcela hizo una pausa en la escuela y hasta después del atentado volvió. La Brigada Investigadora de Crímenes buscó una relación con los estudiantes y dio con Marcela para luego dirigirse con su ex marido, un rentista reinsertado y que les contó a los integrantes de la Brigada que ella había llegado días antes a dejarle el niño en sus manos y que luego ella volvía por él. Supo de él hasta unos años después, relata el medio.

Aqui, en San Miguel de Allende, Patricia era una mujer activa que enamoró a quienes la rodeaban. Siempre preocupada por sus hijos y buscando hacer el bien.

A nadie de quienes la acompañaban en sus sesiones de luz y espiritualidad les dijo que Patricia no era su nombre real y que un pasado oscuro la acompañaba. Quiso entre la sanación y la paz ocultar su vida en la guerrilla al lado del «Comandante Emilio», Ramón para los sanmiguelenses, a quien en Chile lo esperan para ser juzgado por el asesinato del Senador y de otras víctimas más, donde Marcela/Paty lo acompañó.

Marcela está recluida en Chile, se entregó voluntariamente a las autoridades para hacer frente a sus cargos. El abogado de sex pareja dice que Ramón/Raúl no sabe dónde están los niños y que sólo eso pide para que su país logre la extradición y regrese a casa, donde sabe no volverá a estar libre nunca más.

En San Miguel de Allende Patricia dejó una vida de esperanza y de luz. Sorprendidos saben que ella era sólo irradiaba paz y no pueden creer que ella sea la de esas imágenes que dan la vuelta al mundo pues apenas hace dos semanas ella estaba aquí, viviendo y transmitiendo paz.

Patricia ocultó a sus amigos su vida de guerrillera y su nombre real.

En San Miguel siempre fue otra persona, nunca una mujer, una mamá de familia normal que viajó a África para aliviar y apoyar a los más necesitados de uncampamento de Ghana. Fue marcela y no Patricia la  que siguió a un frentista que en su historial tiene varias vidas arrebatadas.

Paty aquí encontró la paz, la misma con la que voló hasta Chile para entregarse a la justicia y ser encerrada en una prisión del país donde dejará de utilizar legalmente el nombre de Patricia, con el que se presentó ante los mexicanos y volverá a utilizar el nombre de Marcela, el nombre que a todo mundo logró ocultar.

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