Fundación de la Parroquia de San Miguel Arcángel

Graciela Cruz López

parroquia

Entre los años de 1563 y 1564, Francisco Gutiérrez fue nombrado por el obispo de Michoacán para hacerse cargo de la fábrica espiritual y material de la parroquia de San Miguel. No se tienen noticias de algún proyecto constructivo anterior a la década de 1570, cuando el virrey Martín Enríquez de Almanza benefició la fábrica o construcción de la parroquia, con las penas de servicio personal o trabajo forzoso, impuestas a los indios que asaltaban las estancias de ganados de la jurisdicción.

Varios documentos de los años de 1578, 1639, 1649, 1680, 1709, 1766, entre otros, nos traducen los esfuerzos realizados para construir los dos históricos edificios parroquiales que a la fecha conserva la ciudad (el templo de la Santa Escuela o de San Rafael y la parroquia de San Miguel Arcángel), de su patrimonio arquitectónico y religioso heredado.

A finales del siglo XVII, se había concluido el cuerpo principal de la iglesia que desde su época se conoce como “la parroquia nueva”, aunque sin el retablo principal y la torre, además tenía graves deterioros en la bóveda y muro sur, por lo cual, ante la necesidad de reparar el daño, se administraron por algún tiempo los sacramentos en la capilla del hospital de indios de la Limpia Concepción (situada en el paraje contiguo), lo que ocasionó un fuerte conflicto entre la población indígena y española.

Puede decirse que hasta la primera década del siglo XVIII, se logró una estructura arquitectónica sólida, obra de estilo barroco dirigida por el arquitecto Marco Antonio Sobrarías. En 1707, en la visita pastoral de don Manuel Escalante Colombres y Mendoza, obispo de Valladolid, se concluyó que la parroquia de San Miguel, a pesar de ser el cerebro de uno de los curatos y beneficios de mayor opulencia (al tener a su cargo un gran territorio que se extendía desde Querétaro hasta San Felipe), padecía de cierta pobreza en su fábrica material o edificio, por lo que resultaba necesario emplear de manera ordinaria los bienes y alhajas pertenecientes a la cofradía del Ecce Homo y Nuestra Señora de la Soledad, a la que por este motivo se ocasionaban graves perjuicios.

Con el paso de los años y el nacimiento de nuevos estilos artísticos, su arquitectura tuvo varias modificaciones interiores y exteriores. Por mencionar, entre 1740 y 1750, la construcción de una segunda torre de tres cuerpos y el camarín del Ecce Homo.

De acuerdo a un informe otorgado por el cura Juan Manuel de Villegas en 1766, se describe a la parroquia con una planta arquitectónica en forma de cruz latina. Daban vida a este conjunto, las hermosas capillas del Señor de la Conquista, san José y Nuestra Señora de los Dolores; el camarín y sus cuatro capillas cortas dedicadas a san Juan Niño, el señor de la Misericordia, la santa Resurrección, san Pedro, Jesús Nazareno y san Dimas, además de la sacristía, el tránsito del aguamanil, la sala de conferencias, salas generales, patios, cuartos y cocina. El ajuar del templo parroquial se componía de quince retablos de magníficas tallas doradas. El colateral mayor estaba reservado al Ecce Homo y a lo largo del crucero los dedicados a los Siete Príncipes o arcángeles, Nuestra Señora del Rosario, Jesús de la Humildad, Nuestra Señora de Guadalupe, Nuestra Señora de la Luz, Santísima Trinidad, Nuestra Señora de la Soledad, santa María Magdalena, san Juan Nepomuceno, san Roque, la advocación de la Sangre de Cristo y san Nicolás Tolentino, entre otros.

parroquia san miguel 2

La fisonomía interior del templo parroquial nos muestra el paso, en principio del estilo neoclásico durante las primeras décadas del siglo XIX, y posteriormente una interesante personalidad ecléctica en la primera mitad del siglo XX. De los primeros tiempos se han atribuido al arquitecto Francisco Eduardo Tresguerras, las obras de la cripta parroquial y un altar de la virgen de los Dolores. Un siglo más tarde, entre las décadas de 1930 y 1960, puede referirse la construcción de las capillas de Nuestra Señora del Carmen y san Juan Bosco.

En su exterior, la parroquia ostenta una portada y torre neogótica a manera de fachada principal y posterior, proyectada entre las décadas de 1880 y 1890 por el ímpetu de José María de Jesús Diez de Sollano y Dávalos (primer obispo de León) y el cura José María Correa, con el talento nato del maestro Zeferino Gutiérrez, alarife y orgullo local, inspirado para esta singular obra en la majestuosidad de las catedrales europeas. Desde este tiempo “La Parroquia”, testigo mudo del devenir histórico, se convirtió en el símbolo de la ciudad y en el ícono de la identidad sanmiguelense.

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