El olor, el color, el sabor y la pasión del Viernes de Dolores

Rodolfo Pérez

  • Durante el viernes de dolores, la gente sale, participa de una tradición y recorren las calles de la ciudad, donde les ofrecen, agua fresca, paletas y nieve de sabores.

Esta antigua celebración mariana tuvo mucho arraigo en toda Europa y América, actualmente muchas de las devociones de la Santísima Virgen del tiempo de Semana Santa, tienen su día festivo o principal durante el Viernes de Dolores, que conmemora los sufrimientos de la Madre de Cristo durante la Semana Santa.

El Concilio Vaticano  consideró, dentro de las diversas modificaciones al calendario litúrgico, suprimir las fiestas consideradas «duplicadas», esto es, que se celebren dos veces en un mismo año; por ello la fiesta primigenia de los Dolores de Nuestra Señora el viernes antes del Domingo de Ramos fue suprimida, siendo reemplazada por la moderna fiesta de Nuestra Señora de los Dolores el 15 de septiembre.

A pesar de ello, la Santa Sede contempla que, en los lugares donde se halle fervorosamente fecunda la devoción a los Dolores de María, este día puede celebrarse sin ningún inconveniente con todas las prerrogativas que le son propias.

En San Miguel de Allende, Guanajuato se celebra el viernes de Dolores levantando altares a la Virgen de Los Dolores, en las ventanas y patios de las casas. Los fieles reciben a los visitantes regalándoles agua frescas, paletas de hielo, nieve que representan las lágrimas de la Virgen María y la tradicional conserva de chilacayote. La tradición se cree viene de 1850, después de la guerra de independencia y una vez que las tradiciones de los españoles se mezclaron con las de los indígenas de la zona y empezó una nueva generación de criollos en la región, para los años de 1930, durante la guerra de los cristeros es que se mantuvo oculta, por temor a los mismos participantes de esta guerra, pero es en 1940 cuando personajes de la Historia de San Miguel como el Señor Cruz Téllez y Don Santiago Bautista recatan el gusto por los altares de dolores, montando majestuosos escenificaciones, con figuras de tamaño natural y cumpliendo con todos los elementos de la época, fue así como la también tradicional calle de barranca empezó a hacer altares en casi todas sus casas, puertas y ventanas, destacando en la actualidad los de las fuentes publicas, la Casa Dobarganes, la extinta ya familia Pérez Robledo, así como el de la Señora María Concepción Bautista Cervantes única heredera de la tradición que le enseño su padre el músico y hacendado Don Santiago Bautista a quien ya mencionamos anteriormente, quien heredo las figuras del altar a la virgen que su padre tenia en la hacienda de Puerto de Sosa, esculturas de madera estofada y pintura, que datan del siglo XVII y que en la actualidad dan marco a su altar el cual ella nos cuenta que debe de tener:

Para Doña Conchita como la mayoría de la gente la conoce en esta ciudad, el comenzar a hacer el altar en la que fuera la casa de sus padres Higinia y Santiago, es una tradición, recuerda como su padre invitaba a los músicos del pueblo a tocar los cantos de pasión, sus recuerdos de la época son muy recientes, por lo que en la actualidad sigue haciendo este altar e invita a los empachos y al padre Eleazar a que sigan haciendo las cosas como hace 40 años. La Señora Conchita nos enumera los elementos que debe tener este altar.

 

En primer lugar va  la imagen de la Virgen de los Dolores, ya sea en cuadro antiguo, estampa, poster, dibujo o de bulto como suelen llamarlo las personas que crecieron con esta tradición. Ella está vestida con una túnica morada, color de la meditación,  la penitencia, señal de que está sufriendo y meditando la Pasión. El  manto es azul color de la tranquilidad y resignación, la mantilla es blanca, color de la maternidad. Lleva aureola y resplandor, que indica su santidad,  gracia y en el pecho una daga que marca su dolor, se acompaña de un crucifijo o de cristo en la cruz, aunque en la actualidad nos comenta la Señora Conchita la gente hace altares representando el viacrucis.

Captura de pantalla 2014-04-06 a la(s) 10.26.44Como segundo elemento es el  trigo germinado representa el cuerpo de Cristo, hecho pan.

El tercero son las alfombras de flores, pétalos, mastranto, manzanilla y gardenias o aserrín pintado, se supone son para hacer menos penoso su camino, acompañando al Señor en su calvario.

El agua de colores representa, el cuarto elemento de un altar, que significa, las lágrimas derramadas por María virgen durante la pasión.

Quinto, las naranjas agrias, con banderitas de papel picado, aluden a la nueva Eva, pues la primera pecó al probar una manzana, fruto prohibido. María que vence al pecado pues acepta el sufrimiento que  representa el acre, fruta amarga; las banderitas son festivas y mitigan los sufrimientos de María, a la vez que señalan el triunfo de nuestro Señor sobre la muerte y el pecado.

Sexto, las flores y simbolizan la solidaridad y el consuelo que los fieles brindan a la Virgen Dolorosa. Séptimo, las velas significan luz, que es Cristo,  ilumina el camino, y arden como  reflejo de nuestras almas que se desgastan en presencia de Dios.

En la actualidad y con el paso de los años se han ido agregando elementos, como esferas de vidrio azogado, ángeles, personajes bíblicos, pero lo importante es que conservan la esencia y se siguen heredando de generación en generación.

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