Redacción
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SAN MIGUEL DE ALLENDE.- En una escena que bien podría haber sido extraída de una película de comedia, el Panteón de Luz Eterna en San Miguel de Allende fue escenario de una batalla campal épica entre familiares de los fieles difuntos, justo en el Día de los Muertos.
La razón detrás de este épico enfrentamiento no fue una disputa sobre la paz eterna, sino una lucha encarnizada por el codiciado recurso de la última morada: ¡los lugares!.
En lo que pronto se ha denominado como la «Una rebatinga de Luz Eterna», los afligidos familiares se lanzaron al campo de batalla, armados con una impresionante variedad de armas improvisadas:
- banquitos de plástico
- paraguas
- botellas de agua
- bocinas
- botellas de vidrio y de plástico, e incluso lo que parecía ser una botella de yoghurt, fueron solo algunos de los elementos utilizados en la lucha por el control de los terrenos panteoneros.
La pelea alcanzó niveles épicos y al parecer, la competencia por la última morada ideal es más feroz de lo que imaginábamos.
La situación se volvió aún más caótica cuando las fuerzas del orden hicieron su entrada en el campo de batalla.
La policía logró detener a 5 personas, quienes parecían decididas a defender sus triunfo a toda costa: agresión con un arma peligrosa (un banco), perturbación de la paz panteonera y «posesión ilegal de un paraguas puntiagudo», es lo que se presentó en el campo de batalla.
Mientras el duelo de mortales se desarrollaba afuera del camposanto, los tranquilos visitantes del panteón vecino llamado «Jardines Nueva Vida«, fueron testigos de una escena peculiar: Los policías de la montada andaban sonrientes con caballos mientras parloteaban con las empleadas del lugar.
Los vieron sonreír y conversar animadamente, mientras los caballos disfrutaban de mimos y caricias de las jocosas empleadas panteoneras. Parece que, en medio del caos, algunos encontraron un oasis de calma y serenidad equina.
Los detalles completos de la pelea panteonera quedaron grabados en dos videos que ya se han vuelto virales en las redes sociales. Todos los personajes involucrados en esta singular contienda quedaron registrados para la posteridad, y seguramente pasarán a la historia como los defensores inquebrantables de las tumbas familiares.
Aunque la razón detrás de esta batalla campal pueda parecer trivial para algunos, demuestra que en San Miguel de Allende, incluso en la eternidad, la ubicación sigue siendo clave.
Solo el tiempo dirá si esta inusual competencia por los lugares panteoneros, seguirá siendo un legado de la ciudad.
